Servicios bibliotecarios en tiempos del COVID-19.

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Napoleón Bonaparte, argumentaba: ‘Vísteme despacio que estoy apurado’. En estos tiempos de alta velocidad, estamos transitando bajo la concepción de que todo tiene que ser ya o como decían nuestros abuelos: “el que espera se desespera y el que se desespera, pierde el interés”. Nuestra cultura de la inmediatez, ha destruido la paciencia, la observación, el sentido mismo de aguardar, es casi, un insulto y detenerse a reflexionar es un pecado.

El interés por aprender, ha hecho del vértigo, la velocidad y la inmediatez, un estilo de vida o modo operandi a priori inexpugnable, hay que correr, correr y correr, ir lo más rápido posible, como sea, donde sea, cuando sea. El sólo hecho de hacer una pausa para preguntar y aprender, para mejorar y continuar evolucionando, sería una contradicción en este nuevo orden establecido, donde no hay cabida para el aprendizaje.

En este proceso de cambios, es preciso acompañar, guiar, apoyar, colaborar con todos aquellos que se han quedado extraviados en el desierto de una ambigüedad de datos aislados, que buscan afanosamente el camino de regreso a sus líneas de formación, casi que guiándose por la brújula y las estrellas. La perenne tensión de formación y capacitación, oscila entre la comunicación de saberes acumulados a lo largo de la historia del ser humano y la transmisión inteligente de conocimientos valiosos, mediante patrones o coordenadas que permitan una apropiación significativa del tiempo que requerimos para aprender, hacer, ser y sobre todo convivir en nuestro medio ambiente.

Tenemos que estar claros, que vivimos en tiempos de la generación sin tiempo. La impaciencia es el motor que rige la mayoría de los actos y nada puede ser bueno o malo, para torear los embates de las urgencias sistemáticas. Ya nadie puede esperar hasta mañana, y mucho menos puede esperar una hora. Para algunos, diez minutos son una eternidad.

En este confinamiento obligatorio, y el distanciamiento perenne, somos nativos de carbono, netamente sociales, nos gusta el agrupamiento, y en estos instantes algunos desean volver a una utópica normalidad.

Una vez impregnado en nuestras vidas la presencia del Covid-19, hemos sufrido un proceso de ralentización, la cual consiste en pensar de manera disciplinada, implica comprender y luego explicar, disminuir la velocidad apabullante que manteníamos, pasar de un arte absurdo de máxima velocidad, a un confinamiento por la salud de todos, el lograr mantenernos vivos y activos, que nos permite disfrutar de la naturaleza del aprendizaje.

Nosotros los bibliotecólogos, nos enfocamos en acercar a los usuarios a la información, que la biblioteca sea el corazón de ellos en su formación de autodidactas. En estos tiempos de pandemia, cuando el distanciamiento es obligatorio, seguimos evolucionando, adaptando nuevas estrategias para continuar con el avance formativo de los usuarios, somos perseverantes, a pesar de que tropecemos, siempre nos levantamos y seguimos con Dios por delante.

Cabe destacar, que no somos piezas hexagonales que calzan asimétricamente, sin dejar fisuras, somos círculos sin orillas, que interactuamos y discernimos para lograr un objetivo, tal vez Maslow (1991), era más enfático en su criterio, “En la medida que un individuo cubre una necesidad, se crea otra”. Por tal razón, somos una gama generacional de datos mestizos.

Es recurrente, tener tiempo o procurar darnos cada segundo, minuto, hora, para ahondar nuestra propia opinión, con entera probidad de observarnos como si estuviéramos examinando a otra persona, con minucioso y lento análisis de todo lo que hemos recorrido y lo que nos falta por andar.

Debemos seguir adaptándonos, a los cambios venideros, lo que implica, incorporar información contextualizada o desvinculada de la realidad, sobre todo en esta época en la que parece que, importa más lo que se dice, a lo que se hace, en estos tiempos, donde todo tiene que ir a la velocidad de la luz para poder tener sentido, por lo tanto, debemos tener la suficiente flexibilidad de considerar que una pausa (obligatoria), vale la pena, porque es el camino lo que importa, para comprender, sentir, contemplar, leer, aprender y vivir para transformar.

Los virus siempre han estado presentes en nuestro entorno, en una modalidad de hibernación, esperando a que sea activado por un portador y transmitido a otros posibles huéspedes. Nuestra característica fisiológica, siempre ha sido diezmada por el surgimiento de enfermedades que han mutado con el transcurrir del tiempo, desde la gripe española, ántrax, viruela, peste negra, disentería, vih, lupus, etc., la cuenta es larga, en la medida que hemos mejorado la versatilidad de las TIC, los productos perecederos, el uso de químicos, preservativos y cualquier cantidad de productos químicos que nos garantice nuestra voracidad consumidora.

Somos portadores de bacterias y posibles enfermedades, sobretodo la mental, por la simple razón de que se les hace un llamado de alerta para usar las medidas de higiene y seguridad personal y no lo hacen. Algunos, viven la vida light, si tapa bocas, no mantienen el distanciamiento, duran muchas horas fuera de sus hogares, transitan con total normalidad, no se reprimen en toser o estornudar, y sobre todo no se lavan las manos después de haber palpado cualquier objeto. El hecho de que vayas a toser en la parte interna de tu brazo, no te excluye de dejar alojadas las bacterias en tu brazo o tu vestimenta y al momento de saludar a otras personas con el codo, también le estas transmitiendo las bacterias.

Hipotéticamente me pregunto:

¿Cómo manejar la información? ¿De qué manera les podemos explicar que esto no es un juego? ¿Por qué hay que distorsionar las medidas de seguridad ciudadana? ¿Puede una sola persona, construir y cimentar la cultura de una población? ¿Puede un solo talento derrotar a la sumatoria de todas las fuerzas inquisidoras y desinformadoras? ¿Hasta cuándo se puede tolerar una indiferencia de esta naturaleza? ¿Qué sería de las bibliotecas en estos momentos de pandemia, si no fuera por las redes sociales?

Ante estas breves interrogantes, ciertamente en nuestros tiempos tenemos un tropel de profesionales, que buscamos que se incremente la participación de los usuarios a gran escala, que transcienda fronteras, independientemente de que la gente recalcitrante quiera impedir el acceso a la información.

Estamos abocados en ser dinámicos, en abonar saberes, tenemos necesidades y buscamos apoyo dentro de la universidad y con los entes gubernamentales, y estamos como un náufrago en una isla desolada, viendo para todos lados, somos el último eslabón de una pirámide de la distribución de recursos económicos, y procuramos laborar con lo poco que podemos dar para mantener a una sociedad culturalmente desinformada.

Simplemente, porque somos humanos, nos hemos adaptado a publicar las normas con la salvedad que no la vamos a acatar, para algunos, es más interesante seguir en las redes sociales y monitorear donde fallecen las personas, si las graban y reenvían el video mucho mejor.

Los médicos han sido los primeros en estar al frente de esta batalla, buscando una vacuna que logre detener el avance de esta enfermedad, y despóticamente son los primeros relegados de la sociedad que nadie los quiere tener de visita en sus hogares, porque han estado expuestos ante este virus. Las bibliotecas, en nuestro afán de mantener una información diáfana y horizontal, coexistimos con sectores que no les interesan si la mayoría de las personas infectadas por COVID-19, desarrollarán infecciones respiratorias leves a moderadas o si por casualidad, se recuperarán sin requerir ningún tratamiento especial.

 CRONOLOGÍA DE LAS PANDEMIAS EN VENEZUELA.

En nuestro país, prevalecían etnias, según el antropólogo Miguel Acosta Saignes (1961), existían las nueve áreas culturales siguientes:

  • Andes Venezolanos con los Timoto-Cuicas.
  • Caribes occidentales con los Pemones, Bobures y Motilones.
  • Cuenca del lago de Maracaibo con los Goajiros, que eran recolectores y pescadores
  • Arawacos Occidentales que comprendían los Caquetíos de Falcón, Lara y Yaracuy y se extendían en el sur hasta los llanos.
  • En Lara los Jirajara-Ayamán y los Gayones.
  • Los Caribes de Oriente desde la Península de Paria hasta Borburata (Cerca de Puerto Cabello en el estado Carabobo).
  • En los llanos y en el delta del Orinoco (Waraos), el área de los recolectores, pescadores y cazadores de los llanos.
  • Los Otomacos, Guanos, Taparitas y Yaruros en la desembocadura del Apure en el Orinoco.
  • En la Guayana Venezolana, al sur del Orinoco, los Caribes nómadas (aquellos que no viven en un lugar fijo, sino que se desplazan de una zona a otra).

Al momento del arribo de los españoles a las costas de nuestra tierra, que aún no era bautizada como Venezuela (Díaz Legorburu, R.;1986), su primera impresión fue como demonios, con su reluciente armadura, la espada desenvainada, dominando, desde lo alto de su caballo, lanzas de metal que escupen fuego, matan a cientos o miles de indígenas aterrados ante su presencia, debiendo acatar la imposición de las nuevas pautas de la sociedad invasora, sometiéndose a una transculturización en su sociedad (Aguirre Beltrán, G.; 1957), a la asimilación y mandatos de la iglesia y del Rey de España (Rosas González, O.; 1995).

Mapa Indígenas en Venezuela

La invasión, conquista y descolonización de nuestro territorio originario, generó grandes transformaciones en el campo demográfico debido a la introducción por parte de los europeos de enfermedades totalmente desconocidas por los pobladores indígenas; la inferioridad de los indígenas, en todos los aspectos, conllevó, a su aniquilación étnica y física, en nuestro continente (Jiménez G., M. A.; 1986).

Siglo XVI. Etapa I. 1499-1600 d.c. (Zambrano, A.; 2007): Exploración de las costas; contactos entre europeos y aborígenes; rancherías y esclavitud indígena a lo largo de las costas; acciones defensivas por parte de los indígenas. En el caso de los europeos, estos transmitieron patologías como el paludismo, la peste, la lepra, la fiebre tifoidea, la tosferina, la difteria, el sarampión, la varicela, la rabia canina y la viruela.

Donde la pertinencia e interés primario de la Corona española a comienzos del siglo XVI no era el de colonizar (Ainsa, F.; 1992). Estaban enfocados en su ambición de obtener perlas, oro y otros metales preciosos, y el de apropiarse de las tierras, es decir, que se recorriera e investigara las regiones inexploradas y desconocidas para ellos, con el fin de evaluar las potencialidades ambientales, físicas, geográficas y humanas que esos territorios poseían para el beneficio de España.

  • En 1565, Se creó el primer hospital para enfermos aquejados del mal de San Lázaro (lepra) en Barquisimeto.
  • En 1580, Primera epidemia de viruela registrada por los cronistas, la cual asoló a grupos enteros de indígenas.
  • En 1588, Segunda epidemia de viruela.
  • En 1598-1599, Tercera y cuarta epidemia de viruela.

En este orden de ideas, además de los españoles, el pueblo africano, siendo extraídos violentamente de sus poblados en calidad de esclavos, importaron la fiebre amarilla, la bilharziasis, anquilostomiasis, oncocercosis, filariasis y malaria. Los barcos que transportaban a los esclavos, también sirvieron de puente para la llegada de ratas, ratones, pulgas, piojos, garrapatas, zancudos y otros animales que eran transmisores de enfermedades desconocidas a los habitantes de nuestra tierra Venezolana (Suarez, J. A., Naranjo, L., & Viera, C. T.; 2002).

Igualmente, los indígenas nativos también transmitieron sus dolencias a estos nuevos trasgresores, entre ellas: buba, carare, leishmaniasis tegumentaria, tripanosomiasis americana, micosis profunda. Esta unión entre los diversos grupos, produjo un irremediable intercambio de nuevos cuadros infecciosos, estando las y los habitantes indefensos por no poseer la protección natural necesaria, provocando epidemias mortales (Briceño-Iragorry, L. & González, M.; 2017). Así comienza la historia de las epidemias en las colonias americanas.

Siglo XVII. El contagio llega en barco y capitulación de los Welser. Etapa II. 1601-1700 d.c. (Salas, J. C.; 1971): Las expediciones y disparidad de los enfrentamientos en el interior del territorio; la resistencia indígena; la inconformidad y el enfrentamiento entre europeos para el despoblamiento de la región. Los Welser tenían todas las prerrogativas para llevar a cabo un plan de conquista y colonización, su presencia fue muy caótica, debido al acentuado individualismo de sus representantes que actuaban por cuenta propia, las rivalidades entre los españoles y los alemanes, y el nuevo tipo de contacto y relaciones que mantuvieron con las diferentes sociedades indígenas que poblaban el territorio. Estas expediciones estuvieron marcadas por la inestabilidad, el deseo ciego del oro, en el rotundo fracaso económico que representó la aventura para los comerciantes alemanes, y sobre todo, en la enorme pérdida, sin sentido de vidas humanas, tanto de indígenas como de europeos.

  • El Cabildo y el Gobernador establecieron en el Puerto de La Guaira, inspecciones sanitarias a los barcos, por ser la principal entrada para las enfermedades.
  • Apareció el sarampión en las poblaciones del Orinoco.
  • Brote de viruelas en la costa de Morón, originado por un desembarco clandestino de esclavos, y que se extendió en los valles de Aragua, La Guaira y Caracas.
  • Primer caso de lepra en Venezuela de la cual fue víctima el Gobernador de la Provincia Don Pedro Gutiérrez De Lugo.
  • Primera epidemia de peste registrada en Venezuela, ocurrió en la isla de Margarita.
  • Llegó la peste a Caracas matando a un 25% de la población, unas 10.000 defunciones aproximadamente.
  • El sarampión exterminó en pocos días al pueblo de Pozuelos.
  • Llegó el sarampión a Caracas proveniente del Oriente. Se implementó un degredo en los valles de Aragua y un cordón sanitario entre Caracas y La Guaira.
  • 1694 – 1696. Llegaron las epidemias de viruela y fiebre amarilla a Caracas. La tasa de mortandad por fiebre amarilla fue tan alta, que los cadáveres de los enfermos se enterraron en los campos. Llegó la epidemia de escorbuto a Venezuela.
  • Primera muerte por tuberculosis.

Es la época de llegada de múltiples epidemias a Venezuela, especialmente por vía naval: viruelas, sarampión, lepra, peste, fiebre amarilla, escorbuto y tuberculosis. Esto implicó que se tomaran medidas como las inspecciones sanitarias a barcos, creación de degredos (sitios de reclusión para enfermos) y de cordones sanitarios. En ese siglo murió una gran cantidad de la población venezolana a causa de esas enfermedades.

  • Siglo XVIII. Etapa III. 1700 d.c. (Soyano, A.; 2011): Últimas expediciones y consolidación de la conquista; inicio de la colonia; fundación de pueblos; encomiendas; migración indígena a zonas inaccesibles para los europeos; misiones. Motivado a la gran cantidad de epidemias que asolaban al país, comienzan a crearse hospitales especiales, como el de San Lázaro en Caracas, para los enfermos de lepra. Se inician nuevas medidas para evitar el contagio como es la variolización (inoculación de pus de una vaca enferma con viruela); así como la creación del Protomedicato, que pasó a registrar y a regular el ejercicio de los médicos (Martin-Frechilla, J.; 2008).
  • Entrada de esclavos con viruela a la Provincia de Venezuela.
  • Gran epidemia de viruelas en la ciudad de Nueva Barcelona.
  • Es creado el hospital para enfermos de lepra llamado San Lázaro, en el ángulo de la esquina San Lázaro, actualmente La Hoyada, la cual se encontraba en los límites de la ciudad.
  • 1756 – 1757. Fueron registrados varios brotes de “calenturas” en Caracas, matando individuos de las tropas españolas que se encontraban en la ciudad, más los de La Guaira, Coro y Puerto Cabello. El término “calenturas” incluía varios tipos de enfermedades como el paludismo, calentura amarilla, calentura pajiza, vómito negro, vómito prieto, calentura de Barbados.
  • Epidemia de fiebre amarilla en el Valle de Aroa donde murieron gran parte de sus habitantes.
  • 1763 – 1765. Ocurrió la epidemia más grave de viruelas de ese siglo, la cual se prolongó por varios años incrementando así la tasa de mortalidad, hablándose de un aproximado de 6.000 a 10.000 muertes nada más en la ciudad de Caracas.
  • Se erigió un nuevo hospital para leprosos en la zona ubicada al noroeste de la ciudad, y que corresponde a lo que es actualmente Sarría. Epidemia de fiebre amarilla en Coro.
  • Fue utilizada la variolización (inoculación de pus de una vaca enferma con viruela) por Don Juan Perdomo. Este método se volvió famoso en Caracas. La medida permitió un mayor control de los efectos fatales de la epidemia de viruela.
  • Fue dominada la epidemia de viruelas en Caracas. El Dr. Campins y Ballester le propuso a la corona la creación del Protomedicato en Caracas.
  • Brotes de fiebre amarilla en la ciudad de Puerto Cabello.
  • Existencia del “cuarto de los éticos” (enfermos de tuberculosis) en el Hospital de la Caridad, en Caracas.

Siglo XIX. Etapa IV. Cólera, viruela y fiebre amarilla, 1800 d.c. (Martin-Frechilla, J.; 2008): Comienzan a elaborarse estudios científicos sobre epidemias y enfermedades que asolaban a Venezuela. Se mejoran y crean hospitales especiales, institutos especializados y los degredos según las nuevas ideas de la época. Llegó a Venezuela la Expedición Real de la Vacuna que inmunizó a una población superior a las 100.000 personas, y fue constituida la Junta Central de la Vacuna.

  • En los puertos venezolanos, la gran mayoría de los buques eran puestos en cuarentena o degredados.
  • Comienzan a elaborarse informes sobre la cantidad y el estado en el que se encontraban algunos enfermos de lepra. Existencia de una gran cantidad de enfermos leprosos en el pueblo de Macarao. Comenzó la reclusión de los enfermos en el Hospital de San Lázaro de Caracas. El Dr. Josef María Herrera, Don José Cabrera y José Domingo Díaz fueron los médicos encargados de los casos relativos a la fiebre amarilla, ellos analizaron las causas de esta enfermedad, asociándola al mal estado de la comida y el agua.
  • Los degredos (espacios de reclusión de enfermos contagiosos) fueron mejorados, según algunas recomendaciones: que estuvieran a un cuarto de legua de las poblaciones y caminos públicos, en sitios boscosos y altos, que las casas fueran ventiladas y estuvieran ahumadas con pólvora o bosta, libre de comunicación con las personas sanas. Ocurrió una epidemia de “calenturas” en el pueblo de La Guaira. Epidemia de paludismo en Venezuela.
  • Es señalada una epidemia de fiebre amarilla en la ciudad de Caracas. Llegó a Venezuela la Expedición Real de la Vacuna, dirigida por Francisco Javier de Balmis. Esta expedición partió del puerto de La Coruña, a bordo de la corbeta María de Pita, en 1803, llevando consigo el “fluido” que inmunizaba contra la viruela. Este buque debía llegar a La Guaira, pero llegó primero a Puerto Cabello el 20 de marzo de 1804. Inició la vacunación contra la viruela en Caracas. Estuvieron 48 días en estas tierras, dejando como legado la protección de una población superior a las 100.000 personas, y fue constituida la Junta Central de la Vacuna.
  • La Junta Central de la Vacuna dejó de funcionar, por 4 años vacunó a unas 104.700 personas (el país tenía para esa época un estimado de 975.000 habitantes).
  • Epidemia de fiebre amarilla.
  • Fue creada por decreto del Libertador Simón Bolívar, la Facultad Médica de Caracas.
  • Epidemia de fiebre amarilla.
  • Nueva epidemia de fiebre amarilla.
  • Epidemia de cólera morbus o asiático en Venezuela. La enfermedad llegó desde Trinidad a bordo del barco Integridad y se expandió con velocidad hasta Barrancas, terminó con la vida de 1.509 personas en Margarita y Cumaná. El Doctor Luis Daniel Beauperthuy, publicó en la Gaceta Oficial de Cumaná el descubrimiento del mosquito Aedes aegypti como vector principal de la fiebre amarilla y la malaria, sin embargo, sus hallazgos médicos fueron ignorados hasta 1891.
  • La epidemia del cólera pasó por Carabobo y en Valencia y de allí llega a Caracas. El estimado de fallecidos en Venezuela es de más de 10.000.
  • 1857 – 1869. Epidemia de fiebre amarilla.
  • El Dr. Herrera Vegas propuso la creación de un instituto que se encargase de la producción de vacuna antivariólica, pero su idea no fue acogida favorablemente.
  • 1885 – 1890. Epidemia de fiebre amarilla.
  • Se inauguró el Hospital Vargas, decretado en 1888.
  • La empresa editora de la revista venezolana El Cojo Ilustrado, inició una suscripción popular con el objeto de recoger fondos para la creación de un Instituto donde se preparase, además del suero antidiftérico de Roux, todo aquello que la nueva ciencia de la inmunidad prometía.
  • El presidente Joaquín Crespo decretó la construcción del edificio que albergaría al Instituto Pasteur y cuyo objetivo sería los estudios de Microbiología.
  • Se desató una epidemia de viruela en Venezuela, y el Instituto Pasteur logró producir en sólo cinco meses alrededor de 150.000 tubos de vacuna que fueron distribuidos por el gobierno, así como vacunar unas 30.000 personas.

Siglo XX. Etapa V. 1900 d.c. (Jiménez G., M. A.; 1986): Se erradica la viruela, aparece el dengue. Comienzan a funcionar en Venezuela, instituciones especializadas en la investigación de enfermedades epidémicas y en sus posibles tratamientos. Se generaron campañas para incentivar la prevención de enfermedades en la población. Se creó la primera Ley de Sanidad. Se nacionalizan y centralizan los hospitales en el país. Se erradican varias enfermedades como la viruela y aparecen nuevas como el Dengue Hemorrágico.

  • Se constituyó en Carora la «Compañía Anónima Proveedora de suero Antidiftérico». Ocurrió una epidemia de viruelas en Táchira y en Caracas.
  • Hasta esta fecha funcionó el Instituto Pasteur de Caracas.
  • Apareció la peste bubónica por primera vez en Venezuela, los primeros casos aparecieron en La Guaira y luego la enfermedad pasó a Caracas. Rafael Rangel dirigió la campaña de defensa contra la epidemia de peste bubónica.
  • 1909 – 1916. Reapareció la peste bubónica en Caracas. Se creó la Comisión de Higiene Pública.
  • Aparición de epidemia de la gripe española en Venezuela. Solo en Caracas fallecieron 1.665 personas. Se realizaron campañas y se hace pública la información sobre la epidemia de gripe española, e incluso se crea La epidemia febril de Caracas, una especie de periódico científico.
  • Reapareció la peste bubónica en Caracas y en los Valles del Tuy del estado Miranda. Se impulsó una campaña contra ratas y pulgas que se extendió a todas las regiones limítrofes. Se comienzan a editar los Anales de la Dirección de Sanidad Nacional en donde se divulgaban datos sobre todas las enfermedades y sus afecciones a nivel nacional. Siguió la epidemia de gripe española en Venezuela. El total de fallecidos entre octubre de 1918 y diciembre de 1919 fue de 23.318 personas.
  • Hasta 800 muertes por la epidemia de gripe en el estado Monagas.
  • El gobierno venezolano emitió un decreto denominado el Saneamiento de Los Llanos de Venezuela, por medio del cual se ordenaba el tratamiento del paludismo, la anquilostomiasis y la «epizootia de la derrengadera».
  • Los exámenes practicados para el estudio de la anquilostomiasis dieron resultados positivos en un 70% de casos en los valles centrales. Se publicó «la primera encuesta malariomérica de reconocimiento» en la cual identificaron a los anofeles transmisores en las regiones del país.
  • Más del 50% de las muertes eran causadas por enfermedades infecciosas entre las cuales la tuberculosis, el paludismo, la disentería y diarreas concentraban la más alta proporción, con una esperanza de vida de 38 años.
  • Se creó el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, el Instituto Nacional de Higiene, y se erige el Hospital Antituberculoso de El Algodonal.
  • Primera epidemia de Dengue Hemorrágico en Venezuela. Se registraron 12.000 enfermos y 70 fallecidos menores de 15 años.
  • 1993 – 1994. Epidemia de sarampión con 38.000 casos y 124 muertos. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) recomendó la campaña nacional de vacunación de “puesta al día”, se logró una cobertura del 98%.

Siglo XXI. Etapa V. 1900 d.c. (Soyano, A.; 2011): Aparecen las nuevas epidemias de laboratorios, como es el caso de la influenza A (H1N1) y el COVID- 19, que actualmente asola al mundo y que tiene a múltiples países en cuarentena, impulsando prácticas sanitarias que se creían habían quedado en el pasado y que son las únicas que han contenido esta pandemia.

  • Pandemia de influenza A (H1N1).
  • 2013 – 2014. Aparición de la fiebre chikungunya. Pandemia de influenza A (H1N1).
  • Aparición del virus Zika.

2020. Llega el COVID-19 a Venezuela.

COVID-19 en Venezuela

SURREALISMO BIBLIOTECARIO.

Las bibliotecas en nuestro país, al igual que en otras latitudes mundiales, estamos enfrentando decisiones difíciles sobre el cierre de nuestros espacios, una eventualidad forzada de distanciamiento y restricción de la presencialidad, ¿cómo debemos ofrecer los servicios? y ¿de qué manera lo podemos hacer?.

Somos conscientes de que los gobiernos y las autoridades de las universidades nacionales, están adoptando distintos enfoques: algunos ordenan el cierre de todas las instituciones, otros indican que la vida debe continuar como siempre, y otros simplemente dejan las decisiones en manos de los directores de las bibliotecas.

Este distanciamiento social está ejerciendo una enorme presión sobre la economía global y todo parece que enfrentaremos una grave recesión en todos los aspectos; las bibliotecas nos hemos vistos obligados a cerrar, optando para evaluar los riesgos para los usuarios y el personal. Considero que se debe sugerir las siguientes medidas de seguridad:

  • Debemos garantizar que todo el personal trabaje desde su casa, con la salvedad de contar con el servicio de internet, así cumpliremos con las normas de distanciamiento social.
  • Motivar al personal de las bibliotecas a que utilicen sus capacidades para el manejo de información en servicios sociales o de apoyo sanitario.
  • Generar una comunicación fluida con los usuarios sobre las oportunidades de uso de los recursos o servicios de la biblioteca, por los diferentes medios de las redes sociales.
  • Promover el uso de bibliotecas digitales y su contenido en texto completo.
  • Disponer de repositorios digitales, donde los usuarios puedan acceder al material bibliográfico bajo la licencia Creative Commons.
  • Fomentar los encuentros virtuales, para el intercambio de ideas entre los académicos y los estudiantes, donde el punto de enlace serían las bibliotecas, no en calidad presencial, sería una sala virtual, donde converja el intercambio de saberes.

En este orden de ideas, esta represión nos ha obligado a rediseñar el alcance de la información que ostentamos en las bibliotecas, el cambio social puede venir de muchos sitios nacional, regional, internacional, de casa a casa, etc. Actualmente somos como aves que no deben estar encerradas, tal vez en este arduo camino, hemos experimentado ser como Andy Dufresne (Darabont, F.; 1994), silenciosos, precavidos, avocados en trabajar, cumplir un horario, jóvenes que deseamos comernos el mundo.

Un mundo, que nos abre sus puertas desde el momento que nos graduamos, un título que en realidad nos enseñan a ser empleados y no que seamos emprendedores; esta segunda opción, no la aprendes en un salón de clase, sentado cualquier cantidad de horas en un pupitre y horas de trasnocho tratando de memorizar, autores, frases, años, paginas, bases de datos y con el sueño de aspirar una mejor calidad de vida.

En ocasiones, los árboles no nos dejan ver el bosque, la exuberante proliferación de artefactos tecnológicos que no dejan de aparecer, de crecer y que no nos dejan ver realmente el fenómeno que estamos viviendo. Casi nos identificamos como el personaje del librero de Kabul, Sultan Khan (Seierstad, A.; 2005), ha tenido que hacer auténticos milagros para seguir adelante con su actividad.

Charles Darwin (1809 – 1882), argumentaba: “No es el más fuerte de las especies el que sobrevive, tampoco es el más inteligente el que sobrevive. Es aquel que es más adaptable al cambio”. Ese ha sido el punto de partida del ser humano para poder ser diestro con la tecnología, adaptarnos al cambio, mejorar, aprender, y seguir reaprendiendo, esto es un proceso cíclico que nos llevara parte de nuestra vida y la cual se le transmite a una nueva generación que posee mejor versatilidad en cuanto al manejo de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC).

Volver a donde todo tiene sentido, algunos dirán que somos servidores de información, referencistas o que estamos institucionalizados esperando nuestra jubilación y luego de pasar ese capítulo ¿Qué somos? ¿Qué haremos? ¿Conformaremos una empresa? ¿Viajaremos?, aún no está escrito, pero algo es muy cierto, si tienes el valor de dejar atrás todo lo que te protege y te consuela, lo cual puede ser cualquier cosa como tu casa o viejos rencores, y embarcarte en un viaje en búsqueda de conocimientos, en las letras mágicas contenidas en cada libro, audiovisual, pinceladas, esculturas, es un arte, es conocimiento.

BIBLIOGRAFÍA.

Acosta Saignes, M. (1961). Estudios de Etnología Antigua de Venezuela. Caracas: Ediciones de la Universidad Central de Venezuela.

Aguirre Beltrán, G. (1957). El Proceso de Aculturación. México: Universidad Nacional Autónoma de México.

Ainsa, F. (1992). De la Edad de Oro a El Dorado. Génesis del discurso utópico americano. México: Fondo de Cultura Económica.

Briceño-Iragorry, L. & González, M. (2017). La salud pública en Venezuela, su evolución histórica, estado actual y propuestas.

Darabont, F. (1994). Sueños de fuga.- Columbia Pictures: Castle Rock Entertainment.

Díaz Legorburu, R. (1986). La Aventura pobladora (el siglo XVI venezolano). Caracas: Banco Central de Venezuela.

Jiménez G., M. A. (1986). La Esclavitud Indígena en Venezuela (siglo XVI). Caracas: Academia Nacional de la Historia.

Martin-Frechilla, J. (2008). El dispositivo venezolano de sanidad y la incorporación de los médicos exiliados de la Guerra Civil española. História, Ciências, Saúde-Manguinhos, 15(2), 519-541.

Maslow, A. H. (1991). Motivación y personalidad.- Madrid: Díaz de Santos.

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Seierstad, A. (2005). El librero de Kabul.- Madrid: Editorial Maeva.

Soyano, A. “Albores de la inmunología en Venezuela” Revista de la sociedad venezolana de historia de la medicina. V. 60. No 1-2. 2011.

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