Para intentar vislumbrar el futuro del Control Bibliográfico Universal (CBU), es importante comprender los avances y nuevas aplicaciones en materia de tecnologías de información. Si desligamos la organización bibliográfica de los cambios tecnológicos que se han suscitado a lo largo de los años, sólo lograríamos comprender una pequeña parte de la importancia que han tenido las tecnologías para el desarrollo del CBU. Por ello, es importante entender que la incorporación de esas tecnologías en tareas relacionadas con el control bibliográfico, pone en evidencia la necesidad de utilizar herramientas normativas apropiadas que faciliten la descripción de la información documental en diversos medios tecnológicos para su identificación, descripción, recuperación y comunicación.
Control Bibliográfico Universal
El CBU tiene como objetivo hacer universalmente accesibles los datos bibliográficos básicos de las publicaciones editadas en todos los países. El concepto de CBU supuso la creación de una red formada por agencias nacionales, integrando todo un sistema para la cooperación internacional (Anderson, 1974, p. 6). En otras palabras, el CBU se concibió desde el sentido práctico de intercambiar los registros bibliográficos de todo el mundo con ayuda de normas bibliográficas aceptadas internacionalmente, y también con la idea de que los catalogadores pudieran describir las publicaciones de sus respectivos países (Cochrane, 1990, p. 1425).
Michael Gorman (2003, p. 6) señala que la idea surgió por primera vez gracias a Franz G. Kaltwasser, quien hizo la recomendación a la IFLA en la International Meeting of Cataloguing Experts, celebrada en Copenhague en 1969, y en el UNESCO Seminaron Electronic Data Processing in Libraries, llevado a cabo en Regensburg en 1970. Con relación a lo anterior, Anderson (1983, p. 71) señala que estos eventos dieron como resultado que en 1974 la IFLA creara oficialmente su oficina internacional para el programa Universal Bibliographic Control (UBC), que posteriormente cambiaría su nombre a Universal Bibliographic Control and International MARC (UBCIM). No obstante, la oficina del UBCIM cerraría en el año 2003, pero su labor para promover el CBU continuaría.
Desde que apareció por primera vez el concepto de CBU hasta nuestros días, se han observado importantes avances en materia de organización de la información. Actualmente, a través de su Bibliography Section, la IFLA tiene la misión de mantener y desarrollar los principios del CBU, fomentando la creación de las bibliografías nacionales en sus respectivos países. Además, en diciembre del año pasado, la IFLA reafirmó su compromiso con el CBU. En el Professional Statement on UBC declara que siguen siendo vigente sus principios, simplemente porque existe la necesidad de que toda la información disponible en la web sea confiable y provenga de una fuente autorizada, lo que posibilitaría aún más el intercambio de información a una escala mundial (International Federation of Library Associations and Institutions, 2012).
Gorman (2001, p. 307) menciona que indudablemente los avances sobre el control bibliográfico para el material tradicional han sido sorprendentes, casi llegando a la perfección en cuanto a su descripción. El problema radica en la información de carácter electrónico, es decir, con los datos contenidos en la web, y es aquí donde el CBU retoma mayor importancia.
La web y el control bibliográfico
El entorno tecnológico presente en la sociedad actual, ofrece alternativas para el CBU en un ambiente web. El desarrollo de nuevas tecnologías para hacer más accesible la información vía internet, ha sido constante por la creciente necesidad de localizar y recuperar la información de una manera más efectiva y rápida. El ejemplo más claro está en la propia evolución de la red. Desde su creación, pasando por la web semántica, la web 2.0 y ahora la web 3.0, sólo evidencia el desarrollo que han tenido las tecnologías de la información y su efecto en el trabajo bibliotecario.
Ahora bien, es posible tener una idea rectora de cómo hacerle frente a las nuevas formas de representación de la información en internet, siempre y cuando mantengamos presentes los principios fundamentales de la organización bibliográfica; pero en realidad, ese no ha sido el problema. Indudablemente se puede catalogar toda la información disponible en internet de acuerdo a normas internacionales para la descripción de documentos, se ha estado haciendo con ayuda de los distintos códigos y normas catalográficas. Además, los teóricos en la materia han venido investigando y trabajando al respecto, aportando nuevas ideas que pueden ser aplicables a la labor de los catalogadores. Tal vez, el verdadero inconveniente radica en si es posible alcanzar un CBU dada la diversificación y mutabilidad de la información en internet, y más ahora con el desarrollo de la web semántica, la web social o web 2.0 y la proliferación de las redes sociales, en donde el individuo ya no solo es receptor de contenidos, sino que también es creador y comunicador de sus propias ideas, además de crítico de las demás.
Web semántica en bibliotecas
Uno de los proyectos de mayor relevancia que se han venido trabajando en materia de organización de la información, y más específicamente, para su recuperación de manera más precisa y confiable, además de su aplicabilidad en bibliotecas digitales, ha sido la web semántica. Descrita ésta por Berners-Lee, Hendler y Lassila: “como una extensión de la web actual, en la que se proporciona información con un significado bien definido, y permite una mejor cooperación entre las computadoras y las personas” (2001, p. 37). Visto de otra forma, la idea de la web semántica es que los datos en la red puedan ser utilizados y compartidos indistintamente por seres humanos y máquinas, gracias a las tecnologías del XML y RDF que proporcionan las bases para la representación de la información.
La web semántica se base en dos ideas fundamentales: (1) los recursos deben ser etiquetados semánticamente para que la información pueda ser entendida tanto por los seres humanos como por las computadoras, y (2) los agentes inteligentes deben ser desarrollados para ser capaces de funcionar a un nivel semántico con esos recursos, y además, inferir conocimiento a partir de ellos.
En relación a la utilización de la web semántica en las bibliotecas, Burke (2009, p. 321) identifica cuatro áreas de oportunidad:
- Colecciones especiales de datos con una rica estructura de metadatos.
- Posibilidad de aplicarse en donde los usuarios pueden hacer anotaciones, asignar etiquetas o distribuir datos.
- Grupos de investigación colaborativos.
- Grupos físicos existentes, por ejemplo, los grupos de los lectores.
A pesar de la adopción de la web semántica y su aplicación a los sistemas como las bibliotecas digitales, esto no significa que nunca se hayan encontrado obstáculos o retos a superar. De hecho, existen una serie de elementos que debemos considerar en la utilización de estas tecnologías, por ejemplo, Franklin (2003, p. 95) menciona que estos sistemas en línea deben permitir recuperar la información de manera precisa y controlable, además de no olvidar aplicar los principios básicos de la organización bibliográfica, el control de autoridades y la clasificación por materias.
En este sentido, el control de autoridades y el acceso temático aplicados a la web, son uno de los retos actuales para los bibliotecarios. Fanklin (2003, p. 95) menciona que ya se están aplicando los estándares bibliográficos a la web con la intención de agregar valor y autoridad a la información en línea, entre los cuales podemos mencionar a Dublin Core y Resource Description Framework (RDF). Por ejemplo, Dunsire, Hillmann y Phipps (2012, p. 167) señalan que el RDF es tan relevante para el CBU “porque un triplete de RDF almacena un vínculo o relación entre dos identificadores o un identificador y una etiqueta, y los identificadores están diseñados para la escala global.”
La web social y CBU
El término web 2.0 fue introducido por O’Reilly (2005), y aunque semánticamente denota una actualización técnica de la web tradicional, en realidad su diferenciación radica en algo más abstracto. Tal vez el mejor ejemplo de la web social lo podemos encontrar en sitios como Facebook, Twitter, LinkendIn, Wikipedia, Flickr, Youtube, o sitios para gestión bibliográfica como Mendeley, entre otros.
Breslin, Passant y Vrande?i? señalan que las diferencias más notables entre la web 2.0 y la web tradicional se pueden resumir en las siguientes:
- Crea comunidad: la web 2.0 permite a los usuarios colaborar y compartir información fácilmente.
- Capacidad para incorporar datos o unir diferentes sitios de internet para mejorar la experiencia del usuario.
- Los sitios web 2.0 están soportados principalmente por las tecnologías JavaScript + XML.
Así pues, la característica fundamental de la web social es la capacidad para que los individuos interactúen, creen contenidos, los compartan y comenten sin las limitaciones físicas o técnicas que en algún momento los hubo con la web tradicional.
Ahora bien, ¿qué implicaciones tienen las tecnologías de la web social en las bibliotecas? Hoy en día abundan las bibliotecas que ofrecen sus servicios basados en la web 2.0. En el 2006, ya se hablaba de una biblioteca 2.0 (Casey & Savastinuk, 2006, p. 40). Por ejemplo, algunas aplicaciones involucran los servicios de referencia, el desarrollo de colecciones, los OPAC’s, la instrucción a usuarios, el etiquetado de recursos por parte de los usuarios, entre otros usos.
Otra cuestión que debemos tener presente es ¿cuál es el alcance que tiene la web 2.0 para el CBU? ¿Realmente hay posibilidad de alcanzar un CBU frente a los recientes ambientes web, en donde la heterogeneidad de los usuarios, la proliferación de información y su mutabilidad son los elementos centrales de este tipo de tecnologías?
Una de las áreas de oportunidad de la web social en relación a la organización de la información está en el uso de etiquetas sociales (tagging) como fuentes de metadatos, y por ende, para contribuir al CBU. Situación que ya en sí misma es un reto, pues las etiquetas no son propiamente un vocabulario controlado, lo cual representa un inconveniente para la descripción temática normalizada y para la recuperación de la información. Al respecto, Krestel & Chen (2008, p. 260) señalan que uno de los inconvenientes en la utilización de etiquetas para la recuperación está en relación a su calidad, pues las etiquetas que describen fielmente un recurso, no pueden ser aplicadas de la misma manera para describir otro recurso, por lo que la calidad de una etiqueta solo debe medirse en función del recurso que describe. Aunado a esto, la diversificación de etiquetas es un problema pues los términos utilizados para representar un recurso pueden estar mal escritos, o son palabras compuestas, ya sea en su forma singular o plural, o son expresiones que solo para el que las aplicó tienen un significado.
Existen varios estudios que abordan la posibilidad de utilizar las etiquetas sociales como elementos o metadatos que describan controladamente los recursos en internet. Entre las investigaciones más recientes se encuentra la de Syn y Spring (2013), cuyos hallazgos confirman la posibilidad de utilizar las etiquetas como metadatos clasificatorios. Valiéndose de dos métricas para valorar aquellos términos representativos en los conjuntos de etiquetas analizadas: Annotation Dominance (AD) que se utiliza para medir el grado en que un término variable fue acordado por los usuarios, y Cross Resources Annotation Discrimination (CRAD) que mide el potencial de una etiqueta para clasificar una colección.
Conclusiones
La idea del CBU en nuestro tiempo parecía utópico hace un par de décadas, sin embargo, es hoy en día es cuando más herramientas se cuentan para la cooperación internacional. Las tecnologías nunca han sido limitantes para la labor del bibliotecario, han sido todo lo contrario. La historia misma lo ha demostrado. Las tecnologías, las bibliotecas, los bibliotecarios y la organización bibliográfica han ido evolucionando paralelamente. Gorman ya en su momento lo dijo, que el trabajo del bibliotecario todavía le faltaba mucho por recorrer. Aunque solo no podemos, debemos buscar la cooperación multidisciplinaria para lograr poner las TIC’s a nuestros servicio y así conseguir que nuestros usuarios tengan las mejores oportunidades y posibilidades de satisfacer sus necesidades de información.
Obras consultadas
Anderson, D. (1974). Universal Bibliographic Control. Paris, UNESCO.
Anderson, D. (1983). “The IFLA program of universal bibliographic control”. Journal of Academic Librarianship, 9 (2), p. 209 – 214.
Berners-Lee, T., Hendler, J. & Lassila, O. (2001). «The semantic web: a new form of web content that is meaningful to computers will unleash a revolution of new possibilities». Scientific American, (284), 34 – 43.
Breslin, J. G., Passant, A. & Vrande?i?, D. (2011). “Social Semantic Web”. En Domingue, J., Fensel, D. & Hendler, J. A. (eds.). Handbook of semantic web technologies (pp. 467 – 506). Berlin: Springer-Verlag.
Burke, M. (2009). “The semantic web and the digital library”. Aslib Proceedings, 61 (3), 316 – 322.
Casey, M. E y Savastinuk, L. C. (2006). “Library 2.0”. Library Journal, 131 (4), 40 – 42.
Cochrane, P. A. (1990). “Universal Bibliographic Control: its role in the availability of Information and knowledge”. Library Resources and Technical Services, 34 (4), 423 – 431.
Dunsire, G., Hillmann, D. y Phipps, J. (2012). “Reconsidering Universal Bibliographic Control in light of the semantic web”. Journal of Library Metadata, 12 (2-3), 164 – 176.
Franklin, R. A. (2003). “Re-inventing subject access for the semantic web”. Online Information Review, 27 (2), 94 – 101.
Gorman, M. (2003). «Cataloguing in an electronic age». Cataloging and Classification Quarterly. 36 (3-4), 5 – 17.
Gorman, M. (2001). “Bibliographic control or chaos: an agenda for national bibliographic services in the 21st century. IFLA Journal, 27 (5-6), 307-313.
IFLA Professional Statement on Universal Bibliographic Control. The Hague: IFLA. December 2012. Disponible en: http://www.ifla.org/publications/ifla-professional-statement-on-ubc
Krestel, R. & Chen, L. (2008). «The art of tagging: measuring the quality of tags». En: Domingue, John y Anutariya, Chutiporn (eds.) The Semantic Web. 3rd Asian Semantic Web Conference, Bangkok, Thailand, December 8-11, 2008. Proceedings (pp. 257 – 271). Berlin: Springer-Verlag.
O’Reilly, T. (2005). «What is web 2.0: design patterns and business models for the next generation of software». Disponible en: http://oreilly.com/Web2/archive/what-is-Web-20.html
Syn, S. Y. & Spring, M. B. (2013), «Finding subject terms for classificatory metadata from user-generated social tags». Journal of the American Society for Information Science and Technology, 64 (5), 964 – 980.