Festival de la lectura, libros y encuentro ciudadano en Caracas

Enviado por RennyGranda el Lun, 06/05/2013 – 07:21.

Hasta la noche de ayer, domingo 05 de mayo de 2013, la Plaza Francia de Altamira en el municipio caraqueño y metropolitano de Chacao, albergó en sus doce mil metros cuadrados de espacio público al “V Festival de la Lectura” bajo el lema #LEERCuerpos.

Altamira 2012

Organizado por la Cámara Venezolana del Libro, CAVELIBRO y la Fundación Cultura Chacao, es el evento artístico-cultural y literario más importante del país, después de la Feria Internacional del Libro de Venezuela, FILVEN, evento oficial. Sin embargo, ya pudiera afirmarse que se ha convertido en el de mayor preferencia de los caraqueños.

Según las cifras develadas por Diana López e Iván Diéguez, presidentes de Cultura Chacao y CAVELIBRO, respectivamente, más de doscientas treinta mil personas visitaron durante diez (10) días el V Festival de la Lectura. Si los comparamos con los cerca de ciento setenta y cinco mil seres que asistieron a la FILVEN 2013 (8 días) en marzo pasado, sin duda alguna, hay una diferencia considerable. Incluso, si lo contrastamos con la también recién finalizada Feria Internacional del Libro de Bogotá, FILBo 2013 (14 días), en la que nuestros hermanos colombianos recibieron la visita de más de cuatrocientos treinta mil almas “enamoradas de las letras”; el de Chacao es un festival que pinta muy bien para el futuro y para convertirse -si se lo propone- al formato internacional.

De hecho, ya hay muestras de internacionalización del evento con mayor presencia de personalidades del sector en las actividades literarias en su programación cultural. Este año, por ejemplo, participaron destacados visitantes: Aníbal Puente (investigador cognitivo), Beatriz Montero (escritora y cuenta cuentos) y Enrique Páez (editor y catedrático de la lengua) participantes del Ciclo Literatura en Eñe por España; Eva Tabakian (especialista en Letras Argentinas y ediciones literarias), Patricio Pron (escritor y filólogo), Horacio Convertini (periodista y escritor) y Blanca Strepponi (editora y escritora formada en Venezuela) por Argentina; Victor Mayo Shivananda (cabalista e investigador védico) por Uruguay; y, finalmente, Laura Restrepo (escritora y periodista), Piedad Bonett (poeta y filósofa), Mario Jursich (director de la revista El Malpensante) y Jenny Marcela Hernández, (bailarina de agrupación folclórica Alma Llanera) por Colombia. Además de la cooperación de la Oficina Cultural de la Embajada de España, la Embajada de la República Argentina, y la Embajada de la República de Colombia.

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En síntesis, el Festival reunió a cerca de 100 editoriales, programó más de 250 acciones, que incluyeron 77 actividades para chamos, 55 presentaciones de libros, 34 charlas, 33 tertulias y conferencias, 26 conciertos musicales y presentaciones de danza, 14 talleres, 10 recitales de poesía y narrativa, 9 homenajes literarios incluyendo los tres eventos centrales dedicados a Álvaro Sotillo y el diseño gráfico venezolano y 6 de video arte y performances artísticos.

Todo esto, en medio del tendencial “fenómeno hibrido” de la lectura, “en el que la cifra de lectores aumenta, pero no sucede lo mismo con las ventas” de libros. O lo que en Venezuela la periodista Michelle Roche Rodríguez ha llamado: “la paradoja de un país que lee más pero compra menos libros”. Dos resultados semejantes pero con causas totalmente diferentes y posiblemente consecuencias también disímiles; es decir, puede que la crisis económica en España golpee muy fuerte la venta de libros pero la lectura digital tiene su grado de influencia en el problema. Aquí no, aquí la realidad es otra. El asunto cambiario dificulta la adquisición de divisas para importar libros y materiales para imprimir en el país, lo que lleva a los lectores a quejarse de los precios. En otras palabras: “las ferias se llenan pero las librerías no”, los lectores prefieren comprar –a mi modo de entender- “a precio de feria”.

Entonces, qué vemos en nuestras ferias: ¿un espejismo de lectores? En este momento no lo sé, el tiempo dará respuesta a esa interrogante. Lo cierto es que las librerías no se llenan, como tampoco lo hacen las bibliotecas. En su trabajo del 20 de abril, Roche R. revisa a fondo los resultados de la Encuesta del Comportamiento Lector, Acceso al Libro y la Lectura en Venezuela (CENAL), y resume en una frase la mayor inquietud de mi post anterior: Los encuestados no se mostraron asiduos a las bibliotecas. Justamente, en mi último post mencioné algunas de las alternativas a ese problema y mucho se soluciona pasando necesariamente por la formulación innovadora de políticas públicas desde la biblioteca pública. Pero eso es otro tema para futuras líneas.

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Sí me gustaría destacar del Festival de la Lectura lo siguiente: no estoy muy seguro del “espejismo”, pero eso sí, el ambiente que se vive en la Plaza Francia es tremendo. La distribución de los espacios se hace de tal forma que los ciudadanos-lectores tienen la oportunidad de encontrarse un sitio accesible, agradable y donde todos tienen cabida. Más allá de los stands de las editoriales, se habilitan puntos clave para la organización de las actividades programadas: la Tarima Norte, donde se presentan encuentros literarios y conciertos; el Salón Obelisco, lugar amplio en el que se presentan libros, charlas, conferencias, etc.; el Pabellón Infantil, que agrupa las actividades para los niños, niñas y adolescentes; y el Anfiteatro Sur, que complementa al grueso de la plaza y de alguna manera recupera ese espacio muchas veces olvidado durante todo el resto del año, mucha música la hace más atractiva a los jóvenes que visitan el Festival. Toda la Plaza y sus alrededores se convierten en un punto de encuentro ciudadano durante todo el evento.

 

MOMENTOS

En esta edición (V Festival de la Lectura), sólo pude visitar la plaza en dos ocasiones. El miércoles 1º de mayo con mi familia y el viernes 03 con los amigos. Tenía imposibilitado asistir el resto del fin de semana por un viaje de última hora, así que decidí pasar el viernes y hacer mi buen recorrido. Con la buena casualidad que ese día a las 7:00 pm., presentaban el libro “Álbum de familia: conversaciones sobre nuestra identidad cultural”, de la periodista Michelle Roche Rodríguez (sí, la misma que escribió sobre la lectura en Venezuela), y con la que días antes tuve oportunidad de intercambiar tuits sobre bibliotecas el Día del Libro.

Su libro reúne un total de 15 entrevistas con diversas personalidades de la cultura venezolana, y busca reflexionar en profundidad sobre la identidad del país, sobre una venezolanidad polarizada y escindida, y la posibilidad de reencontrar esas dos mitades encontrando puntos o visiones comunes y así dar respuestas al hecho de “ser venezolano” dentro del pluralismo, la diversidad y la otredad de la democracia. Fue presentado esa noche por la Editorial Alfa en el Salón Obelisco, en un encuentro tipo Conversatorio en el que participaron las dos caras de la polarización: Carmen Hernández, crítica de arte (oficialista) y Gizela Kozak, narradora y asesora en políticas culturales (opositora), además de Roche Rodríguez (autora). Y la verdad, fue un espacio de altura reflejo del planteamiento que recoge el libro.

En su prólogo “Detalles de la cultura nacional” me ha tocado la fibra bibliotecaria cuando asegura:

Los cambios privilegiaron la centralización de las actividades culturales a través del nuevo ministerio, restándole autonomía a las instituciones tradicionales, como por ejemplo los museos, la Biblioteca Pública o Monte Ávila Editores”.

Y en suma, el libro es un gran ejercicio para el re-encuentro ciudadano:

“…el lector conocerá las opiniones de actores culturales de posiciones políticas contrastantes mientras intentan reconstruir los imaginarios de una nación que parece haber perdido vínculos con su tradición. Quizá, en el ejercicio de escudriñar en las mentalidades que se propone esta serie de entrevistas, aparezca un recuerdo que pueda contribuir a la reconstrucción de la identidad escindida”.

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Pude comprarlo y le pedí que lo firmara para mí. Me ha dicho lo siguiente:

Renny, que tiene el complicado trabajo de cuidar nuestro patrimonio cultural”.

Y yo diría que no sólo eso, también el trabajo de luchador –como lo plantea Luis Bernardo Yepes- dispuesto a defender ese trinomio de la biblioteca (como una vez le escuché o leí a Didier Álvarez): información-lectura-cultura. Vale decir, garantizar el acceso universal a todos por igual a la información, desarrollar lectores creativos, libres y selectivos, y además, promover espacios para la diversidad cultural. Eso también forma parte del complicado quehacer bibliotecario (y de futuros posts).

Muchas gracias, Michelle. Y gracias a Caracas, que a pesar de los pesares, me ha dado tanto.

@rennygranda

Fotos: 1. Tomada de eljoropo.com, 2. Renny Granda, 3. Oscar Arria, 4. William Correa.

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