El bibliotecario frente al saber: aportes del pensamiento de Newman

 

J.H. Newman

JH Newman 

La figura impresionante de John Henry Newman nos presenta a un hombre polifacético, autor de varias obras bibliográficas y educativas. Una de sus muchas facetas, y que es la que interesa para este post, es la de haber sido uno de los más grandes pedagogos de las últimas épocas, que gasto su vida en la realización de  sus convicciones, por el respeto a sus semejantes y por la búsqueda de la verdadera educación para la humanidad.

Es dentro del contexto de la actuación de Newman como responsable de la Universidad Católica de Irlanda que el inglés sacó a la luz sus discursos sobre el fin y la naturaleza de la educación universitaria, dentro de los cuales hay una riqueza tan importante que es fuente de inspiración para universidades de más allá de las fronteras de las islas en las cuales pudo desarrollar su trabajo educativo.

El aspecto del pensamiento educativo de Newman que en este post interesa estudiar es el referente a  la formación integral del bibliotecario, de manera que no sólo se busque la profesionalización técnica y concreta en el área de la gestión-administración del conocimiento en beneficio de la comunidad que se sirve de la biblioteca, sino que viendo más allá, a la persona, se busque formar en todos sus aspectos al bibliotecario que atiende al usuario y, como efecto obvio, se transmita por estos funcionarios a la comunidad no sólo el aspecto documental sino también el de cultura intelectual.

Parte Newman en su Discurso Séptimo, de la afirmación y la necesidad del  “cultivo el intelecto como fin que pueda ser razonablemente buscado por sí mismo[1]. Esto lleva necesariamente y de acuerdo con nuestro autor, a la verdad, que “es el objeto propio del intelecto[2].

Para analizar el aspecto de la profesionalización del  bibliotecario universitario, a la luz del pensamiento de Newman, habrá que remitirse a su discurso referente al saber considerado con la preparación técnica. Más discursosconcretamente al punto de la importancia de la formación de la cultura intelectual del bibliotecario, sin detrimento a la utilidad que pueda obtenerse de la formación de este experto en la información que labora dentro de las bibliotecas.

Tal como lo mencioné en mi post anterior “El bibliotecario: ¿docente en la universidad?”, el papel del bibliotecario dentro de las universidades se encuentra bastante restringido y, aunque es por todos reconocida la importancia de la biblioteca en la tarea formativa de las universidades, no es tan clara cuales son las funciones del bibliotecario.  Es muy común que se conciba la función de éstos como meros prestadores de servicios y como organizadores de la información ya existente, sin aportar nada al cúmulo del mundo del conocimiento.

El bibliotecario tiene una función mucho más importante que la de sólo atesorar conocimientos y escritos valiosos, esta importante función la comparte con el docente en la formación de personas; obviamente cada uno dentro de su área y en muchas ocasiones en mancuerna para beneficio del investigador miembro de la comunidad universitaria.

Pero, ¿cómo será posible coadyuvar en esta formación si no se parte de la propia formación integral del bibliotecario?  Es por ello que se subraya la importancia de la profesionalización de la labor de esta figura, y parte esencial de esta profesionalización es la formación intelectual del bibliotecario, y para lograrlo es indispensable su preparación junto a los docentes en la formación integral de los mismos, de manera que se dé como resultado, un aporte significativo en el crecimiento intelectual de las personas y no únicamente en el área de la técnica o de la utilidad  para la creación y transmisión del conocimiento.

discursos

Discursos J. H. Newman

Para que la formación del intelectual sea completa, “Newman indica algo fundamental: la consideración de todos los aspectos; una visión abarcante de la verdad en todos sus aspectos ; Porque no es razonable mirar sólo a algunos hechos y olvidar ciertas preguntas, ya que las conclusiones, generalizaciones, juicios, razonamientos, etc. serán erróneas, no por ser mentira, (cada una es verdad en su campo) sino porque no dirán toda la verdad, y transmitirán una imagen incompleta y deformada de la realidad[3].

Cómo ya se ha mencionado en el desarrollo del presente artículo, para Newman, la educación  y la cultura del intelecto constituyen en sí mismas un fin.  Por eso la utilidad de las enseñanzas universitarias a corto plazo y en cosas palpables no es el fin último de la educación. Se puede desprender de lo mencionado por Newman que el hombre es algo más que un ser para fines utilitarios y de producción.         

Y aunque el mismo autor deja claro en sus discursos que no hay porqué descuidar las actividades útiles y prácticas, también deja claro que esta formación “técnica” o aplicable en lo concreto no es lo único ni lo más importante, pues en ese nivel se encuentra la formación del intelecto. Dice Newman: “¿Qué otro criterio de dignidad existe en el trabajo intelectual sino el de utilidad? ¿Y que debe significar el término universidad, sino un lugar dónde se enseña toda ciencia que sea liberal, y al mismo tiempo útil para la humanidad?[4].

Como se puede apreciar, Newman no desprecia lo útil de la formación, sino que lo complementa y lo ordena con una jerarquía correcta.

 


[1] J.H. Newman. “Discursos sobre el Fin y la Naturaleza de la Educación Universitaria”. Editorial EUNSA. Pamplona, 1996. p. 165.

[2] Ibidem

[3] Saz Díaz. “Universidad: la fiebre de quienes persiguen la verdad desinteresada”. (07/10/03)

[4] J.H. Newman. op. cit. , p. 173.

 

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