“Todo está hecho de luz – dijo -, y el espacio de en medio no está vacío” y supo que todo lo que existe es un ser viviente, y que la luz es la mensajera de la vida, porque está viva y contiene toda la Información. Don Miguel Ruiz, 1997.
En el tiempo de vacaciones de verano se pueden llevar a cabo toda una especie de actividades recreativas, que renueven el cuerpo, el alma y el espíritu. Siempre aprovecho estos periodos para leer, si claro como bibliotecaria, en todo momento estoy leyendo. Pero esa lectura que te produce ese cosquilleo, que te estimula y te hace sentir deseosa de mas, esa es el tipo de lectura que prefiero para mis vacaciones de verano. Entre los libros que me leí, pues estuvo uno de Karman Barsi, La vagina de Platón, tan insinuante como su título. También leí La fiesta del Chivo, de Vargas Llosa, ay Trujillo, siempre tan tú, y pues llegó a mis manos Los Cuatro Acuerdos de Don Miguel Ruiz. Debo confesar que no soy lectora del tipo de literatura esta de “auto-loquesea”, pero en esta ocasión pues me atrapó, gracias al Poder que le conferí a sus Palabras y las pude asociar al trabajo como referencista que desempeño en las noches.
Don Miguel Ruiz, presenta en su obra 4 acuerdos, provenientes de la sabiduría Tolteca. El vocablo tolteca proviene del náhuatl: t?lt?cah y significa maestros constructores. De acuerdo a la lectura, los Toltecas se ubicaron en Tula al sur del DF, en Teotihuacán, lugar que se le conocía como el lugar donde “el hombre se convierte en Dios”. En 2010, tuve la oportunidad de estar ahí en Teotihuacán, mis sueños de niña se volvieron piedra y ví, sentí, y me maravillé ante tanta majestuosidad. Jaja también por poco me muero subiendo las pirámides, después de mi encuentro místico, pasé a un encuentro terrenal con el dolor físico, pero como decimos aquí “sarna con gusto no pica” y confieso me lo gocé. Pues volviendo a la seriedad que esto requiere, los cuatro acuerdos, basados en la sabiduría tolteca, versan sobre el poder que tenemos y como éste produce efectos positivos cuando tenemos un equilibrio en nuestras vidas.
Los acuerdos son:
- Sé impecable con tus palabras – debemos con propiedad e integridad, siempre siendo fieles a lo que queremos decir, y que utilicemos nuestro verbo en pos de hacer un bien. ¿Qué no es esto, lo que ética y moralmente debemos hacer todos los bibliotecarios, incluidos los que servimos al público, o cualquier profesional que digne llamarse profesional? Entendamos bien que seleccionamos una profesión (vocación) que ofrece servicio a una persona que siempre va a tener una necesidad. Otra cosa sumamente importante, somos modelos de ciudadanos productivos y esto aunque sea en uno solo que influyamos es parte del balance.
- No te tomes nada personalmente – según Ruiz, este acuerdo se refiere a que no debemos tomar lo que dicen las demás personas como algo negativo contra nosotros, ya que es una proyección de su propia realidad, cuando nos liberamos de esto, dejamos de ser víctimas de sufrimientos innecesarios. ¿Cuántas veces un usuario enojado, nos ha insultado, o ha sido grosero? ¿Cómo reaccionamos nosotros, Profesionales de la Información, ante un usuario hostil? Tenemos que tomar conciencia que la reacción de un usuario puede deberse a varios factores, tales como su desespero por encontrar una respuesta, no puede comunicarse claramente (no es impecable con sus palabras) y por lo tanto no le comprendemos o podemos tener al usuario que simplemente espera una solución mágica de nuestra parte.
- No hagas suposiciones – aquí Ruiz, expresa que debemos ser valientes para preguntar, clarificar nuestras dudas y conocer lo que realmente queremos. La comunicación efectiva nos permite evitar malos entendidos. Este acuerdo en particular nos permitirá transformar nuestra vida. Como bibliotecarios, sabemos que no estamos en las de suponer. Nuestro usuario necesita, quiere información relevante, la cual le ayudará a tomar una decisión y resolverá su necesidad.
- Haz siempre lo máximo que puedas – Bajo cualquier circunstancia, se debe hacer el máximo de lo que se pueda hacer. Aquí en Puerto Rico, le decimos a esto “dar la milla extra” o “hacer las cosas de corazón”. Cuando usted como bibliotecario, está enamorado de su profesión, no es un trabajo es esa vocación que por más problemas que haya, lo hace usted feliz, usted da el máximo. Esta entrega se refleja en la calidad de nuestras obras y acciones. Además si usted es feliz en su entrega diaria, su usuario será feliz, porque usted le brindará el mejor servicio y de la mejor calidad.
¿Qué por que escribo sobre estas cosas? Pues tengo una diatriba personal con nuestro campo profesional. En muchas ocasiones tengo pláticas “campales” con mi colega-amiga-hermana Ross (Rossana Barrios) sobre los vericuetos que se ven en nuestro campo, las inequidades, las “metidas de pata” y la falta de compromiso, cansancio, mediocridad, ansias de poder o “malpractice” de muchos que se dicen ser profesionales de la información. Me preocupa, me desanima, me enco… leriza. A la vez miro con esperanzas, algunas personitas de la nueva generación, porque ahora cuando lo pienso bien, ya llevo 15 años oficialmente, extraoficial llevo como 19 (¡feeling old!). También miro las nuevas generaciones, frescas, lozanas, bellas personas que llegan, en mi caso a la Universidad, con deseos de cosas nuevas, con lagunas ávidas de ser llenas de nuevas aguas, y esos son los momentos que me inspiran. Siento la alegría del servicio, la vocación de ayudar y eso pues nivela mis niveles de enco… lerizamiento. Creo que los que ya estamos, debemos ser modelos positivos de esas nuevas generaciones de bibliotecarios, motivarles a que en esto se nos va la vida, pero nos ganamos el cielo, estimularles al “infinito y mas allá (Buzz Lightyear, 1995)”.
Ruiz, M. (1998). Los cuatro acuerdos: un libro de la sabiduría tolteca. Canadá: Amber Allen Publishing.
Torres, M.L (2010). Calzada de los Muertos en Teotihuacán. [Foto personal].
Biblioteca Digital Puertorriqueña. (s.f). Niños y adultos en la Biblioteca Carnegie: Coleccion general El Mundo. Accedida en http://bibliotecadigital.uprrp.edu