El bibliotecario universitario frente al plagio

Recientemente han salido a la luz varios penosos casos de intelectuales o académicos involucrados en pleitos sobre plagio, desde el ganador del premio FIL 2012 Alfredo Bryce Echenique hasta el reciente caso del profesor Boriz Gorn de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, digo penosos al pensar en cómo pueden haber construido toda una carrera de éxito académico y/o literario de tantos años, para ahora enfrentar estas acusaciones y las graves consecuencias que esto genera.

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Trabajar con fuentes del Internet requiere de los mismos estándares rigurosos para asegurar la honestidad académica que el usar fuentes impresas.

Podría pensarse que si Internet nos facilita la búsqueda, recuperación y el acceso a múltiple información, también debe facilitar la forma en que la utilizamos, como si el uso de fuentes en la red implicara el abandono de prácticas complicadas, específicamente al construir aparatos críticos.  Internet brinda nuevas oportunidades para la investigación, pero también conlleva retos al incorporar esa información.

Hace unos días leía el debate sobre una imagen tomada de la página de Facebook de un diseñador, quien la descubrió colocada en otra página sin darle crédito e incluso aparecía modificada con un logo de propiedad, una chica comentó: “Te tengo noticias, si lo pones en la red, ya es de todos…” sin embargo debemos tener claro qué es “Conocimiento público o de Dominio público”  los cuales pueden ser fechas y datos históricos, así como obras literarias, artísticas o científicas cuyos derechos de autor han expirado, aunque siempre se espera que continúen respetándose los derechos morales o de autoría sobre los mismos.  Como principio elemental debemos tener siempre presente el Respetar la propiedad de los autores sobre su obra.

En el ámbito académico se citan las fuentes por tres razones principalmente:

  1. Dar crédito a los dueños de las ideas que les preceden
  2. Permitir a sus lectores evaluar la veracidad de las fuentes consultadas
  3. Ayudar a sus lectores a encontrar dichas fuentes

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El uso ético de la información on-line

Con la red ha surgido un ambiente que impulsa el compartir información de manera descuidada haciendo proclive la aparición de: remixes y remakes.  ¿Cortas y pegas desde la red o parafraseas descuidadamente? La Guía para el uso de fuentes electrónicas de Harvard, recomienda:

  • Mantén un control de la ubicación de tus fuentes
  • Mantente al tanto del cambio en la ubicación de tus fuentes
  • Mantén tus fuentes en su contexto adecuado
  • Planifica: Tomar “prestada” una idea por prisa -plagio no intencional-
  • Encarpeta y etiqueta tus fuentes
  • Mantén tu propio trabajo y tus fuentes separadas
  • Mantén tus notas y tu borrador separados
  • Brinda un reconocimiento claro a tus fuentes cuando parafrasees
  • Pon las ideas en tus propias palabras: qué tienes que decir, en vez de que la fuente hable por ti
  • Cita tus fuentes con propiedad
  • Mantén rastro de tus fuentes: Recrea el camino de tus fuentes a tus notas a tus borradores

Un acto de plagio puede reconocerse fácilmente basado en este criterio: ¿es la obra de un autor su creación y está escrita en sus propias palabras?

Las universidades de México no son usuarias asiduas de software para prevenir el plagio, el cual por cierto no es tipificado como delito en nuestra legislación, sólo es considerado como una falta de ética. Al parecer sólo una universidad en el país contempla el uso de estos programas para cuidar la veracidad de los trabajos académicos avalados en su institución.

Su uso dentro de la academia en todo caso se debe a los profesores que utilizan programas gratuitos para asegurar el control de los trabajos presentados por sus alumnos; sin embargo, varias bibliotecas universitarias ofrecen información sobre la prevención del plagio entre su comunidad, así como las herramientas necesarias para asegurarse de no incurrir en ello, por ejemplo:

Para finalizar les dejo esta infografía sobre el plagio en la red elaborada por Turnitin ordenados por frecuencia y severidad:

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A modo de conclusión:

No creo que el bibliotecario deba ser el encargado de velar por la honestidad académica de su comunidad, pero sí debe asumir un rol como difusor de las prácticas y estrategias para prevenir el plagio, poniendo en alerta al usuario frente a las distintas formas en que puede ocurrir principalmente con el uso de fuentes en línea, que como ya vimos van desde los errores más inocentes hasta las más elaboradas prácticas de piratería académica.

El bibliotecario es curador de su acervo, tanto en el buen uso que se le dé, como de la calidad y autenticidad de lo que ingrese en él, sin embargo, no es desde la biblioteca donde deba emprenderse una vigilancia efectiva a la originalidad de los trabajos académicos, sino que debe servir como apoyo a las autoridades universitarias en las estrategias que emprendan para erradicar estas faltas dentro de nuestra comunidad y participar activamente en el debate o discusión sobre dichas estrategias.

Los distintos software para prevenir el plagio, que tan poco uso tienen en la academia latinoamericana, pueden ser un buen aliado al momento de asegurar la calidad y veracidad de los trabajos que presenten nuestros estudiantes, existe una gran diversidad de los mismos y algunos son de acceso abierto, estar al tanto de su existencia y difundirlos entre nuestra comunidad redituará en el valor que los profesores y alumnos otorgan a nuestra labor cotidiana.

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**Aprovecho para agradecer a mis compañeros bibliógrafos por la información que han compartido sobre este tema  y que me sirvió para escribir este post.

Lecturas consultadas:

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