La importancia transcedental de las bibliotecas.

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“Quienes asumimos esta profesión de la Bibliotecología, tenemos la responsabilidad de organizar el conocimiento de una manera estructurada…”

Una vez que te adentras en la inmensidad de la tinta y el papel, donde cada autor ha plasmado una inmensidad de ideas en sus escritos, te habrás percatado de haber adquirido la curiosidad innata, el interés natural por una diadema de conocimientos verbales, escritos y abstractos; tener la mente abierta y dispuesta para explorar el medio ambiente donde vives.

Contrariamente, lo que asevera la humanidad de minorizar la evolución de las bibliotecas, siempre adicionaremos la importancia de las diversas formas o modos del pensamiento, incluso, sino lo captan en el momento que les interesa adquirir nuevas experiencias, debemos justificar la insistencia comunicacional e informacional para que acepten la plusvalía de las bibliotecas.

En efecto esta es una de las principales razones de que estén presentes las bibliotecas; o debemos preguntarnos: ¿Si la humanidad, supiera siempre lo que le interesa aprender? ¿Qué necesidad hay que existan las bibliotecas?.

Con el advenimiento de la búsqueda y recuperación de la información, el aprendizaje siempre ha estado en un terreno espinoso, un lugar que casi todos evitan; todos los pioneros que han plasmado durante siglos sus vivencias, fluyen claramente y realzan la importancia transcendental de las bibliotecas.

Donde la humanidad debe converger y apreciar el valor de investigar, leer, interpretar, gestionar, descubrir y superar los problemas; con la aplicación de nuevos conocimientos, donde cada quién desde la niñez, adolescencia, adultez y nuestra vejez, se percaten de la necesidad de comprender la naturaleza de las bibliotecas, como una organización de datos e información que deben ser explorados.

Para poder determinar lo que se debe aprender en cada etapa evolutiva de la humanidad, se debe vincular las bibliotecas como un ser con derecho propio, no como una anomalía.

En esta perspectiva, se le debe considerar como una protagonista latente y principal, donde el enriquecimiento de cada uno de los autores presentes en las bibliotecas, han tenido o tuvieron una visión de futuro muy adelantada para su tiempo, que han cimentado en cada generación naciente.

Bibliotecas Dinámicas.

La modalidad Platónica e idealista de Hegel (1993), donde la principal enseñanza se deriva de la tesis de la metafísica de la prioridad del ‘Ser Puro’, sobre la existencia física. En colación con la tesis de Hegel, considero que ese distintivo está representado en las bibliotecas, un entorno que no es estático, están en continuo movimiento, desenvolviéndose mediante un proceso dialectico, cada vez se siguen sumando más aportes de nuevos precursores en todas las áreas del saber.

Cíclicamente, las bibliotecas evolucionan aceptando nuevos estilos de pensamientos en boga, para John Dewey (1916): “El conocimiento solo puede ser acerca de las consecuencias de las acciones”, cada experiencia compartida como resultado de los ensayos, errores, observaciones, modificaciones y actuaciones por parte de los individuos.

La adquisición de una amplia gama de conocimientos durante milenios, ha sido concebida como un proceso de instrucción formal, primordialmente como elementos relacionados y con las habilidades vocacionales de cada persona, que por interés y necesidad están dispuestos a obtener nuevos conocimientos.

Más allá del nivel de socialización, el cometido de la formación educativa ha sido en fomentar la cultura de la civilización en los ciudadanos, desde inicial hasta la vejez, ciertamente en la medida que la mente es disciplinada, se estaba estructurando un carácter ético de cada individuo.

Corpus Bibliotecario.

Johann Friederich Herbart (1923), había defendido convincentemente la creencia de que: “El conocimiento era un ‘Corpus’, bien ordenado de informaciones”. Lo que nos conlleva a visualizar la organización de las bibliotecas en las diferentes disciplinas básicas: literatura, historia, geografía, matemática, filosofía y así sucesivamente.

Este Cuerpo, propuesto por el autor posee una existencia plena en las bibliotecas, donde hay una capacidad perenne de dar, recibir y fomentar el conocimiento. La facultad de cada persona que interactúa con las bibliotecas, poseen capacidades eclécticas como: la memoria, la voluntad, la perseverancia, etc.; que se van fortaleciendo mediante el ejercicio pleno de la lectura y el intercambio oral de los saberes.

Quienes asumimos esta profesión de la Bibliotecología, tenemos la responsabilidad de organizar el conocimiento de una manera estructurada, empleando por lo general, principios de ordenamiento, es decir, de lo simple a lo complejo, de lo conocido a lo desconocido, comunicándolo y compartiéndolo con aquellas personas que tengan voluntad en evolucionar.

No es un requisito que deban memorizar autores, fechas, páginas, frases, etc.; el propósito de las bibliotecas es lograr una enseñanza simbólica del conocimiento en la mente supuestamente perceptiva de cada individuo.

Sociedad Organizada.

Aunado a los recortes presupuestarios a los que someten a las bibliotecas, queda en evidencia que las organizaciones públicas y privadas, no les conviene el desarrollo superlativo de la población, las bibliotecas son un laboratorio social donde se adquieren conocimientos refractarios, para desarrollar las competencias necesarias para resolver los problemas y comprobar los planes de acción del futuro presente.

Dewey (1916), afirma: “La vida busca su propia razón de ser, que el hombre y la mujer se procuran mediante una sociedad organizada”. En este orden de ideas es fundamental que los individuos mantengan su propia continuidad, aprendiendo las técnicas de supervivencia y desarrollo a partir de las experiencias acumuladas.

En la medida que la vida se vuelve más compleja, la educación también se transforma en algo más formal, donde este sistema formativo se basa en el valor inalienable de la plasticidad moldeable del acceso abierto a la información, ha de mantenerse una proclividad natural de buscar, inquirir, explorar, sumergirse entre letras, tinta, papel, móviles, en ambientes donde el norte sea aprender de las experiencias.

Esto nos conducirá, a un crecimiento fundamental sobre la noción de la forma más deseable del comportamiento humano, siendo la disposición de reaccionar a nuevas situaciones con interés, flexibilidad y mucha curiosidad.

Paulo Freire (1985), considera: ¿Qué es conocer? ¿Qué es crear? ¿Qué es la producción del conocimiento? ¿Cómo se puede invitar a conocer, sin ser paternalista?.

Por lo anteriormente expuesto, debemos investigar, echar un vistazo, tomar notas, buscar ilustraciones, comparar datos, localizar los tópicos destacados, concentrarse, prestar atención a los detalles, repasar, volver a leer el texto, los hombres y mujeres deben responder siempre creativamente.

Mujeres y hombres, actuamos constantemente para mantener activos nuestro ritmo de vida, aún en estos tiempos de pandemia, porque la constancia de la continuidad por la supervivencia, las ganas de mejorar nuestra calidad de vida, es parte de nuestra naturaleza.

Fernando Antonio Salas Granado.

Bibliografía.

Dewey, J. (1916). Democracy and education.- New York: Macmillan.

Freire, P. (1985). La dimensión política de la educación.- Quito: Editorial CEDECO. (Colección Cuadernos Pedagógicos No. 8).

Hegel, F. (1993). Fundamentos de filosofía del derecho. Madrid: Libertarias.

Herbart, J. F. (1923). Pedagogía general derivada del fin de la educación.- Madrid: Ediciones La Lectura.

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