Abstracción de datos

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La vida es un ritmo constante, es velocidad, tal vez no superamos la velocidad de la luz. Lo cierto, es que el primer síntoma de que algo falla, es cuando percibimos que el ritmo se pausa: cuando el corazón late más rápido o más despacio de lo normal, cuando nuestro organismo no responde tan rápidamente como queremos a nuestras órdenes, cuando los pensamientos fluyen con mayor lentitud.

Buena parte del reloj interno del ritmo de nuestra vida reside en una de las herramientas más veloces que ha construido la naturaleza: el cerebro humano.

Está confirmado, que la velocidad de la luz en el vacío es de 299.792.458 kilómetros por segundo (cerca de la cifra redonda de 300.000 km/s). El Sol se encuentra a 150 millones de km de la Tierra y la luz tarda sólo ocho minutos y 20 segundos en recorrer esa distancia.

Si de velocidad hablamos, en Internet, la velocidad en las que viajan los datos o contenidos desde la web hasta cualquier dispositivo, bien sea, computadora, tableta o smartphone. La velocidad de estos datos se mide en megabits por Segundo (Mbps). Un megabit tiene 1,024 kilobits.

Si nuestra masa encefálica, es un complejo sistema de neuronas, células electroquímicas, y tenemos más o menos 100 billones de estas células; cada neurona se “enciende” más o menos 200 veces por segundo, por impulsos eléctricos.

Estamos claros que nuestra vida no la podemos apreciar en cámara lenta, se podría inferir que en un segundo cada neurona se conecta con otra unas 200 veces, eso quiere decir que registra unos 20,000,000,000,000,000 de bits de información por segundo, 20 trillones de impulsos llenos de información, por más potente que sea cualquier dispositivo, no lograrían imitar esta velocidad.

El gran detalle es que las máquinas, responden a comandos para los cuales se les ha programado, para ejecutar una labor específica, más no tienen capacidad de razonar o contradecir las experiencias cotidianas. Nuestra debilidad es que la experiencia que adoptamos, aprendemos o generamos cada uno de nosotros puede tardar hasta seis horas en consolidarse como un recuerdo a largo plazo, con la veracidad de que si te interesa el tema, lo aprendes e internalizas, de lo contrario simplemente lo olvidas, por tal razón, la memoria es mucho más lenta que el pensamiento.

En todo este proceso mental, son figurativos los rasgos, características, colores, textura, olores, sabores, sonidos, etc., que son representados en un lenguaje gráfico o escrito.

La estructura de los datos está conformada como piezas de un rompecabezas, la unificación de las letras, símbolos, números o imágenes, se convierte en la capacidad y habilidad para moldear una realidad tangible o intangible.

En estos tiempos binarios que corren. Hemos pasado de las pinturas rupestres, a un ritmo de despegue, resistencia y adaptación. Y en ese sentido, existe un abarrotamiento de datos culturales, lo cual hace más compleja la sincronización de la información.

El acceso a los datos ha sido tan repentino, tan abrupto, que ha sorprendido a propios y extraños. Una renovación invisible de abstracción, de aquel contexto preestablecido, que ha cambiado para siempre el movimiento del ajedrez: sin peones, reinas, caballos y alfiles, las piezas dejaron de tener una lógica pre-establecida. Ya no se mueven hacia adelante, en diagonal o con salto de casilleros. La dinámica es girar 360 grados, sin pausas, a la velocidad de la luz, o por lo menos, tratar de coordinar los datos donde todo se agita con un movimiento incompresible de desinformación.

Cuando Charles Darwin escribió «El origen de las especies» en 1859, dio a conocer su teoría de la evolución; los seres vivos no aparecieron de la nada sobre la tierra, sino que tuvieron un origen en común, se adaptaron y seguimos adaptándonos.

Nuestra realidad Darwiniana, donde no existe un refugio contra el tropel inevitable de la propagación de los datos, verdaderos o falsos, es la presión selectiva a la que estamos siendo sometidos: si las especies se adaptan al entorno y mutan en función de la supervivencia. Nosotros, nos adaptamos a los cambios progresivos y condiciones adversas, no es lo mismo un bosque húmedo que un desierto, no es lo mismo que se le otorguen los recursos a las bibliotecas, que prohibir su búsqueda silenciando su palabra formativa.

Recuerdo a los libreros del pasillo de Ingeniería de la UCV y a los libreros ubicados bajo el Puente de las Fuerzas Armadas, no son coleccionistas, ni bibliotecarios, bibliófilos o bibliómanos, dan la impresión que han estado instalados allí, desde tiempos inmemoriales y no sabría decir, si los estantes y los libros habrían acabado por cobrar el aspecto de muros antañones o si los muros habrían tomado algo de los gastados y releídos libros.

Los datos no tienen fronteras, ni género, ni idiomas, ni clase social, simplemente están como las migas que han dejado Hansel y Gretel para ser localizados por cada uno de nosotros, claro solo el que tenga el deseo de leer, ya no se trata de superhéroes individualistas, todo es una concordancia en equipo. Es como un equipo de baloncesto, todos juegan adentro, todos juegan afuera. Todos dribblean, todos tiran, todos pasan. Todos, absolutamente todos, aunque existan opresores dentro de nuestro entorno.

En las afueras del campus de Google, existe una réplica de un Tiranosaurius Rex y curiosamente, un grupo de flamencos rosados, se pavonean caminando de manera singular entre los huesos del T-Rex. Metafóricamente, los fundadores de este gran emporio, nos indican que: puedes haber sido el depredador más grande que existió en esta tierra, pero si no te adaptas al entorno, ineludiblemente perecerás, realmente nuestra raza fallece cuando San Pedro viene a sellar nuestro pasaporte de haber cumplido nuestra jornada, buena o mala, sin distinciones, así hayas aprendido o no, dejado un legado o perturbado la existencia a otros.
Además, el futuro ha estado siempre entre nosotros, todo ha sido el ajuste, la adaptación, la asimilación y la reacción, no se trata de lo que pasó, sino de lo que pasa y, por sobre todas las cosas, de lo que pasará. Seremos simbióticos ante las nuevas metodologías, propósitos, aprendizajes, que nos obliga a salir de nuestra zona de confort.

No se trata de quitar lo anterior como una hoja en el calendario, sino entender que lo que se modifica no es la hoja sino el calendario completo. Cada uno de los lectores respetamos la intelectualidad pionera de cada autor y personajes que se desplazan en las páginas de cada libro.

La velocidad de nuestra memoria a corto o largo plazo, está en las manos de cada autor, a su entera merced, donde convergen entre sus líneas, letras, simbolismos, necesidades, preocupaciones, dolores, alegrías, éxtasis y mucho más. Nos encontramos cada día, entre héroes, protagonistas y personajes inverosímiles.

«El destino es el que mezcla las cartas pero nosotros somos los que jugamos», dijo alguna vez William Shakespeare, lejos de eso, compartimos un espacio, con el mayor número posible de pioneros, que se debaten en el oscuro fondo de los libros.

Cada uno de estos autores, no será a la velocidad de la luz, han moldeado y continúan consolidando civilizaciones, son quienes guían las razas, pueblos, sobreviven, flotan sobre las edades y son el alma escrita de nuestra especie.

Si la fórmula física de la relatividad de Albert Einstein (1879 – 1955), es:

E=m.c2

Lo que equivale a: Energía es igual a la Masa de un objeto por la Velocidad de la luz al cuadrado, en nuestro día a día se puede inferir que:

C=D.I∞

El Conocimiento es igual a los Datos por la Información al infinito (la información no tiene una delimitación numérica), tanto la velocidad de la luz y de los datos es constante, la única variación que existe, es nuestra capacidad de digerir, internalizar y procesar toda la abstracción existente, por lo tanto no existe la incapacidad de adaptación a la realidad circundante, capaz de ofrecer una resistencia perdurable.

Es nuestro instinto, el que nos avisa, que no estamos contemplando crepúsculos, ni viajando en ferrocarriles, ni atravesando océanos, ni pintando acuarelas confusas, todo lo contrario, nos mantiene activos de cómo debemos encontrar nuestra inspiración por lo que hacemos, en la medida de lo posible, las tareas que hacemos en la vida, deben tener un componente placentero para poder hacerlas con gusto y que sus resultados sean positivos.

Cuando empiezas a sentir que es un castigo de dios, las cosas que normalmente son una fuente de placer, significa que estas desmotivado, que la rutina está acabando con tu vida, te estas aburriendo, no te lo voy a negar, habrán baches que debemos superar, estamos claros que debemos cambiar de actitud para poder recuperar el placer perdido.

Tal vez, el aburrimiento y la rutina, han sido el gran motor de la historia humana, mujeres y hombres han batallado, dejando huellas imborrables en la sociedad, han subido montañas, se han enrumbado a lugares remotos, ha prevalecido su postura creativa ante inquisidores, epistemicidas, esquiroles, opresores, posturas napoleónicas, desgobernantes, éxodos, apartheid, guerras mundiales, xenofobia, y cualquier otra cantidad de males que cierto sector mundial, nacional o regional pretenden acabar con las bibliotecas o la memoria colectiva de la humanidad, con tal de establecer su doctrina.

Es mucho más fácil crear un infierno que un cielo, los gobernantes confían más en el terror que en el premio educativo-formativo; porqué cuando se amenaza a una sociedad con cortarle la cabeza a todo aquel que se oponga, esto produce un miedo generalizado, y queda muy claro que las promesas de infiernos son más convincentes.

Por lo tanto, todas las preguntas necesitan argumentos para poder contestarlas y cuando no tienes las fuentes o datos, terminas desmotivándote. Como diría Jesús: “Lazaro, levántate y anda”.

Hay virtudes y vicios que dependen del papel que tengas en la sociedad, leer para analizar o quitarle la diversión a la lectura, la necesidad de leer o que el texto se sienta que se sumó un personaje más.

Somos seres sociales, no colectivizados, somos un conglomerado abstracto de datos, actualmente, vivimos en un lenguaje que hemos inventado con ayuda del hoyo negro de las redes sociales.

En definitiva, las bibliotecas pretenden mostrar la belleza de lo elocuente. La forma por sobre el contenido. La música clásica en un mundo de acordes electrónicos, casi un alegato que defendemos y nos acoplamos ante un jurado inexpugnable, con la premisa de que los medios hacen una bitácora de cada uno de nosotros, afinando la puntería y el seguimiento del gran hermano que todo lo ve, lo oye y lo administra, mientras nuestra mente y pensamiento se basa en ese lenguaje prestidigitador que nos han inculcado.

¿Casualidad? Yo diría causalidad. Cuando la lectura o Statu Quo, modifica la conducta y la velocidad de las dendritas de cada neurona, se está potenciando a nuevos emprendedores sobrecalificados, entonces, el entorno los observa, se adaptan y buscan competir con ellos. Primero es frustración, luego conocimiento y finalmente superación.

Como siempre sucede con lo contemporáneo, parecería que todo se inventó ahora, pero hubo una época en la que no existía Gutenberg, y no se trató de un cambio abrupto, sino de un enfoque concreto, la evolución siempre ha sido constante y cíclica.

En definitiva, esto que vemos hoy es otra cosa, ni mejor, ni peor, simplemente distinto. La belleza de la música clásica le da paso al frenesí de la electrónica. Los flamencos caminan plácidamente entre los huesos del T-Rex.

La elección es un enfoque, para los emprendedores, para los que desean aprender y para los que observan.

Bibliografía.

Moros, Á. (2003). Evolución del concepto de conocimiento desde la pirámide informacional: propuesta de servicio de gestión del conocimiento científico para instituciones de educación superior. Madrid: Universidad Carlos III.

National Geographic. Teoría de la relatividad de Einsten, explicada en cuatro simples pasos. Consultado el 12 de enero de 2020, disponible en línea

Nonaka, I., & Takeuchi, H. (1995). The knowledge-creating company: how Japanese companies create the dynamics of innovation. Consultado el 12 de enero de 2020, disponible en línea


Fernando Antonio Salas Granado

Es coordinador de Biblioteca del Centro Local Falcón de la Universidad Nacional Abierta
Licdo. en Bibliotecología – UCV
MSC. en Gerencia de Recursos Humanos – UNERMB
Experto en E-learning – FATLA
https://ucv.academia.edu/FernandoSalasGranado

 

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