Originalidad y plagio. Una reflexión.

imagen

Fuente: http://bit.ly/2OajeUC

          Muchos son los cambios que ha implicado el desarrollo de esta llamada era digital. Uno de gran importancia es el papel de los usuarios de la World Wide Web. En la actualidad, los usuarios no son solamente consumidores de información, sino que se convierten también en protagonistas de la red, usuarios productores de contenidos. O´Reilly (2005) describe el momento en que Dale Dougherty acuña el concepto de la Web 2.0 que representa esta realidad. Acompañando ese privilegio, debe de ir un alto sentido de responsabilidad y una necesidad de reflexión. ¿Qué tipo de contenido estoy generando? ¿Es realmente un contenido original? ¿Qué estoy aportando a través de lo que estoy escribiendo o diciendo?

          Esa misma reflexión, debe llevarse al interior de las aulas por el problema que hoy en día representan el plagio académico y la falta de originalidad en los trabajos de los estudiantes, Quiero resaltar el debate que en el año 2012,  la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), propuso en torno a algunos aspectos fundamentales para el desarrollo de una nación. Reconociendo al conocimiento científico y tecnológico como principales riquezas de la sociedad contemporánea, se expresa la necesidad de tomar decisiones estratégicas en torno a estos y considera lo siguiente: ”Para impulsar la sociedad y la economía del conocimiento es preciso contar con instituciones educativas capaces de formar profesionales de muy alto nivel, sistemas de información científica y tecnológica, mecanismos de vinculación entre los centros de innovación y desarrollo y el sector productivo, incentivos eficaces y empresarios innovadores, además de un clima cultural que favorezca la libre circulación de ideas, la originalidad, la racionalidad y la independencia de criterios” (Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), p.11, 2012).

          Por lo anterior, es innegable la responsabilidad de las instituciones educativas de formar profesionales expertos en diferentes áreas del conocimiento, pero también, que posean habilidades de orden superior como lo son el pensamiento crítico, la habilidad para aplicar, sintetizar, evaluar y crear. (Anderson, 2001)  La formación de estos profesionales inicia en la infancia con los niveles educativos inferiores. Desde los espacios lúdico-educativos pasando por las aulas de la educación básica y media, se empieza a gestar la manera en la que los alumnos se aproximan a las reglas y normas que regirán su vida estudiantil. Tendrán una serie de enfrentamientos a dilemas éticos sobre los cuales deberán tomar decisiones hasta llegar a la universidad y posteriormente a la vida profesional.  

          Es conveniente reflexionar sobre la pregunta inicial del Informe sobre “Integridad Académica en un mundo digital”  presentado por Turnitin (2016): ¿Se pueden robar las palabras? El acto de plagiar, definido por la Real Academia Española cómo “copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias” (Real Academia Española (RAE), s.f.),   siempre se ha presentado en el ámbito académico, sin embargo en los últimos años se ha convertido en un problema que debe ser atendido por profesores, investigadores, autoridades académicas y alumnos. Las cifras analizadas por González (2017) en su artículo del periódico Reforma, demuestran que el porcentaje de crecimiento del plagio académico en instituciones mexicanas de educación media y media superior, se ha incrementado en un 50%.

          En este sentido, existen retos que todo docente ha enfrentado a lo largo del tiempo:  alumnos de diferentes niveles educativos que son sorprendidos sacando apuntes, o con los llamados “acordeones”; alumnos que en un examen copian y dejan copiar, que escriben en las bancas fórmulas y conceptos y una cantidad importante de conductas consideradas como equivocadas. Normalmente estas faltas tienen una consecuencia inmediata. El estudiante reprueba el examen, obtiene puntos menos o un cero de calificación o en situaciones más exigentes puede inclusive reprobar la materia; pero podemos cuestionarnos si esas consecuencias son suficientes para que el alumno no vuelva a repetir la falta.

          Estas conductas tal vez no preocupan demasiado en los niveles educativos inferiores, pero empiezan a tomar fuerza y se convierten en problemas verdaderamente graves porque lo que hay que entender es que en cada falta cometida, lo que se está corrompiendo es, aparte de las normas escolares, el carácter propio de los alumnos. Conforme los estudiantes avanzan en su formación escolar, se empieza a requerir la entrega de evidencias de aprendizaje que involucran la expresión de ideas propias y el desarrollo de habilidades superiores del pensamiento como aplicar, sintetizar y evaluar.  Estas evidencias, pueden ser tan sencillas como una presentación, o más elaboradas como un ensayo o una tesis profesional. Entonces, aquellas faltas académicas que tenían que ver con copiar las respuestas de otros, se convierten en robar las ideas de otros.

          La seriedad de este tema, requiere que los profesores promuevan dentro de los contenidos de sus materias y a través de su práctica educativa, que los estudiantes sean conscientes de la necesidad de expresar sus propias ideas, plasmarlas en estas evidencias de aprendizaje y reconocer a los autores que les han inspirado para generarlas.

          Convivir en sociedad es algo natural al ser humano pero en la era digital existe una consideración importante: En la vida física, resulta sencillo identificar las amenazas, los riesgos y las conductas inapropiadas, pero en la experiencia de una  “vivencia” online no es tan claro delimitar cuando se está incurriendo en alguna falta grave. Si no existe la formación adecuada, no es claro para los estudiantes que, aunque  la información se encuentre accesible en Internet no representa que sea confiable y que se pueda utilizar indiscriminadamente.

Copy paste

Fuente: http://bit.ly/2OLcwl7

Son muchas y obvias las razones por las que un estudiante puede decidir tomar algunas ideas y conceptos que no son suyos y presentarlos como propios, es decir,  cometer plagio académico. Estas razones pueden ser falta de conocimiento sobre el tema, flojera de pensar, presión de tiempo por las fechas de entrega; pero la razón más preocupante y sobre la que hay que poner especial atención es que el estudiante comete plagio porque está acostumbrado a hacerlo. Ni siquiera se cuestiona si lo que está haciendo es correcto o no. La cultura del copy-paste o “copiar y pegar” es algo con lo que ha sobrevivido en su vida académica a lo largo de los distintos niveles de estudio cursados; lo que refleja esta realidad  es que no todas las instituciones educativas están considerando el tema seriamente.        

          Domínguez-Aroca (2012) propone que los alumnos consigan habilidades informacionales que les permitan sacar el máximo provecho tanto de la información suscrita por la biblioteca, como de la accesible en Internet, evaluándola de forma crítica y realizando un uso ético de la misma.

          Resulta imperante que quienes estamos involucrados y comprometidos en el ámbito educativo, presentemos una propuesta lo suficientemente robusta para que se pueda abordar la problemática del plagio desde varios ángulos y cubriendo todas sus vertientes. El apoyo de la institución para establecer un programa serio de integridad académica es una parte fundamental. Sin embargo, es posible construir iniciativas que incidan en las prácticas escolares que son afectadas por conductas académicas deshonestas, desde el interior de cada aula. Los docentes debemos comprometernos a ser ejemplo de integridad y de esta forma inspirar a los alumnos a tomar decisiones éticas construyendo paso a paso y día a día una cultura de integridad académica. Reconocer las ideas de otros nos lleva, como decía Bernardo de Chartres, “a ver más lejos porque estamos montados a hombros de gigantes”.

Referencias

Anderson, L. and Krathwohl, D. (2001) A Taxonomy for Learning, Teaching, and Assessing: A Revision of Bloom’s Taxonomy of Educational Objectives. Allyn & Bacon. Boston, MA (Pearson Education Group)

Domínguez-Aroca, M. (2012, octubre). Lucha contra el plagio desde las bibliotecas universitarias. El profesional de la información. Recuperado de https://doi.org/10.3145/epi.2012.sep.08

González, A. (2017, octubre 12). Alcanza el 50% plagio académico. Reforma. Recuperado de https://bit.ly/2HIUPTa

Intel. (2016). Estudio: ¿Qué pasa en Internet en tan solo un minuto? Recuperado de https://intel.ly/2HreHeg

O’Reilly, T. (2005). What Is Web 2.0: designs patterns and business models for the  next generation of software. Recuperado de http://www.oreilly.com/pub/a//web2/archive/what-is-web-20.html

Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI). (2012). Ciencia, tecnología e innovación para el desarrollo y la cohesión social: programa iberoamericano en la década de los bicentenarios. Madrid, España: Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI).

Real Academia Española (RAE). (s/f). Plagiar. En Diccionario de la lengua española – Edición del Tricentenario. Recuperado a partir de http://dle.rae.es/?id=TIZy4Xb

Turnitin. (2016). Informe: integridad académica en un mundo digital: definición de plagio. Recuperado de https://bit.ly/2JkMJgq

Visitas:3235

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *