Muchos me creen totalmente afincado con la tecnología y el mundo de la lectura. Con este texto les confieso lo contrario. Caí en la cuenta que cada vez más estoy más apegado a los lomos y al «olor» al libro. Aquí les dejo mis reflexiones de verano.
Nostalgia
Ahora que me encuentro descansando, mi mente está un poco más tranquila con los vaivenes de mis trabajos. Después de tirar los papeles del 2013 y reorganizar mi oficina, me veo rodeado de libros impresos. Por un lado, el año pasado en Infotecarios he tenido un discurso sobre tablets, aplicaciones móviles de lectura, ereader y el mundo de la tecnología en bibliotecas y por otro cuando llega mi descanso descubro que mi lugar en el mundo estoy rodeado de libros impresos. Paradójico, contradictorio.
Es más, en estos años he comprado dos importantes estanterías que en estos momentos son la custodia de mi ser mientras tipeo en la oscuridad de una cálida noche bonaerense. Estoy horrorizado. Me dí cuenta que llevo acumulados más de dos mil libros, y según mis cuenta en Amazon y otras librerías entran a mis estantes entre 30 y 40 libros comprados por año. Ni quiero imaginar ya dentro de otro par de año una nueva estantería . Acumulo como cualquier biblioteca libros pero esta vez en mi propia casa.
¿Cuántos libros que tengo aquí los vuelvo a consultar?. ¿Para qué continuar con una práctica que ya en realidad no tiene asidero puesto que leo mucho más en digital?. ¿Por qué directamente no regalo mis libros personales?. ¿Los dono a una biblioteca?. ¿Seré capaz de despojarme de estos libros?. Y la verdad que no me sale, «mis» libros son parte mía, de mi historia y de mi personalidad. Son mi «nostalgia». Será por eso que me gusta el tango, un género musical donde la nostalgia tiene gran protagonismo. Del Diccionario de la Real Academia Española me refiero con la segunda acepción: «tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida«. Creo que el mundo del libro impreso ya es parte del pasado que en mi caso, como «buen» bibliotecario por algún lado me empeño en conservar. Aunque la lectura en soporte papel impreso todavía tiene sus adeptos y por mi parte seguiré comprando libros. Porque considero que más tecnológico que pueda mostrarme compenso mi lado «geek» conservando este soporte que es parte de mi historia personal. Y no por nada trabajo de bibliotecario.
Debate en facebook: «No puedo vivir más de la nostalgia del #libro impreso. Me parece que ya estoy mayor.
Herencia
¿Son mis libros lo que le quedará como herencia cultural personal a mi hijo? ¿O son mis dispositivos móviles?. ¿Son más importantes los libros y los archivos digitales en mis dispositivos?. Seguramente él encontrará o armará su propia biblioteca. O quizás ninguna de estas opciones. Y la pregunta más precisa que me surgió fue: ¿es más herencia para mi hijo mis estanterías llenas de #libros impresos o mis dispositivos tecnológicos?». Tengo dudas, no lo tengo claro, por eso pregunto. Pero por otro lado, pienso que el soporte no es lo más importante. El soporte es lo de menos en realidad. A pesar que mi cultura, mi hábito y costumbre se base en el libro impreso, soy un férreo defensor del contenido y ya no más del libro impreso. La lectura va más allá de si uno lo hace en digital a través de una tablet, un libro impreso o una teléfono inteligente. Y ahí creo que es el gran desafío de los bibliotecarios.
En relación a este tema y los bibliotecarios les dejo la reflexión en el debate que se generó en mi facebook de Fernando Bordignon:
«Lo digital deberia ser independiente del soporte. Veo q en el ambiente de bibliotecas aun falta conciencia q conservar el contenido es mas importante que ritualizar sobre el soporte. Aun no se ha tomado conciencia q existe una biblioteca sobre la telepolis o el tercer entorno, la cual es la sucesora de la tradicional».
Debate en facebook: ¿Es más herencia para mi hijo mis estanterías llenas de #libros impresos o mis dispositivos tecnológicos?
¿Y vos qué pensás? ¿Te unís a los debates?.