No pensaba escribir un post tan rápido, la verdad venía pensando acerca de qué escribir. El asunto es que hoy cuando llegué muy temprano a mi trabajo, me encontré con algunas noticias sobre el tema de lectura y escritura en mi país, Colombia, ese del que estoy más que orgullosa de ser parte. La verdad ya había escuchado comentarios de estos artículos y tenía un tanto de pereza mental de leerlos pues esperaba que estuvieran cargados de frases incoherentes, de palabras nefastas e ideas salidas de tono. Y bien, efectivamente encontré eso, pero aún más que eso, “profesionales” de los medios que publican lo que sea con tal de vender textos cargados de un significado deplorable para un país que se esta midiendo en unos estándares de calidad iguales a los de otros contextos europeos. Quede realmente impactada, anonadada, llena de tristeza al darme cuenta del poder deplorable de las acciones mediáticas de una hegemonía que insiste y persiste en que seamos el patio trasero del mundo.
No desconozco nuestras falencias, problemáticas sociales, culturales, políticas y económicas, ¿pero acaso no sería pertinente antes de escribir un texto de este tipo comprender el porqué de unos resultados, de un número, es que acaso quienes interpretan los datos no tienen una excelente comprensión lectora de lo qué están viendo, leyendo?
Esto fue lo que encontré…
Todo parte de un artículo titulado «La Colombie livrée à lìllettrisme» (Colombia entregada al analfabetismo) publicado por el diario francés “Liberatión” que trata acerca de la comprensión lectora de los estudiantes colombianos, usando expresiones como «les résultats ont été publiés le mois dernier. Ils sont humiliants pour un pays qui a longtemps été fier de sa vie intellectuelle, au point de présenter sa capitale comme «l’Athènes sud-américaine»» (los resultados son humillantes para un país que desde hace largo tiempo se jacta de su vida intelectual, al punto de presentar su capital como La Atenas Suramericana)
¿Quién dijo que en Colombia todos y todas estamos sentados en ese presupuesto cientificista? Sí, lo olvidaba, nuestros medios de comunicación lo han dicho. A partir de ese artículo, la versión online de la» Revista Semana» incluye una cita proveniente del artículo francés original: “Afirma que Colombia es uno de los países más inequitativos del planeta y que esta situación se refleja en la educación del país, donde hay una brecha enorme de calidad entre la educación pública y la privada”. ¿Acaso no lo sabían? Pues sí el Sistema de Educación en nuestro país es carente en diversas dimensiones, tal vez sería pertinente preguntarle a la Ministra de Educación qué estamos haciendo por fortalecer, por ejemplo por nombrar solo un caso, los procesos lectores de nuestros niños y niñas sin contar siquiera con una biblioteca escolar en las Instituciones Educativas; además, cómo vulneran sus derechos al exponerlos a pruebas internacionales con chicos y chicas de otros contextos con características sociales y culturales distantes de las suyas.
El artículo de Semana que lleva por título «Leer, ¿una ‘humillación’ para Colombia?» deja esa puerta abierta al lector de dar una respuesta a la clase de humillación que esto puede involucrar, por lo menos para mí, que soy quien escribe y trabaja a diario en programas y proyectos de lectura en una de las ciudades principales de Colombia, Medellín. El título y la pregunta correctos serían «El aprendizaje de la lectura y la escritura en la escuela ¿una ‘humillación’ para Colombia?» Es relevante diferenciar los procesos que en Colombia se han vivido en cuanto al tema de la lectura y la escritura, pues aunque los ámbitos educativo y cultural posean aristas donde convergen algunos de sus puntos no puede darse por sentado que son lo mismo.
Tanto así que en los últimos ocho años el trabajo proveniente del sector cultural ha enmarcado gran parte de sus esfuerzos en promover acciones, estrategias y políticas en favor de la lectura y la escritura; no en la escuela, si en la sociedad y en las instituciones culturales que la conforman. ¿Qué hay mucho por fortalecer? Claro que sí, hasta ahora empezamos formulando y reflexionando sobre el modo más pertinente de proceder, dando luchas en pro de una sociedad lectora, y no una sociedad lectora funcional, con capacidad crítica capaz de cuestionar la realidad y de comprender por qué obtenemos resultados humillantes en pruebas internacionales.
Actualmente, contamos con una Política de Lectura y Bibliotecas que “permita asegurar las posibilidades de acceso de toda la población colombiana a la lectura, la información y al conocimiento, sin discriminaciones de ningún tipo, y que garantice para las generaciones presentes y futuras la reunión, conservación, control y divulgación de su patrimonio bibliográfico y documental en los diferentes soportes, para conocimiento y memoria del país, de su historia y de su cultura” una política donde participaron diversos estamentos de la sociedad: Ministerio de Cultura, Ministerio de Educación, Ministerio de Comunicaciones, Ministerio de Protección Social-Instituto de Bienestar Familiar, Departamento Nacional de Planeación, Consejo Nacional del Libro y la Cultura, Comité Técnico Nacional de Bibliotecas Públicas, Secretarias o direcciones Departamentales y distritales de cultura, Consejos municipales y departamentales de lectura y bibliotecas, gobiernos locales, organismos no gubernamentales, bibliotecólogos y bibliotecarios, comunidades, industria editorial, librerías, y el Instituo Nacional para ciegos (Inci) e Instituto Nacional para sordos (Insor). Sobre esto, hay asuntos que deben trasgredir lo escrito y pasar a las acciones, lo sabemos, no obstante estamos en ese trabajo.
Vale aclarar, resaltar y refirmar que esta política pública proviene del sector cultural, no del sector educativo aunque este haya hecho parte en su formulación. Así pues, creo indignante que se den juicios a priori, sin ahondar más allá de lo que verdaderamente pasa con el tema de la lectura y la escritura en el país.
Sigo leyendo y me encuentro con otro artículo del periódico «El espectador»: «Mala lectura» donde se reafirma que para el diario francés ‘Libération’ la comprensión de lectura de los escolares del país es “humillante”». Este artículo lo encuentro un poco más cuestionador dando la posibilidad a interrogarse acerca de lo que verdaderamente ocurre en Colombia. Preguntas como «¿qué pasa en Colombia que los niños no pueden comprender de manera correcta un texto? ¿Cuál es la falla en la educación básica? ¿El énfasis en la memoria, en la disciplina, en la entrega de resultados y no de aprendizajes? ¿Qué estamos haciendo mal?» me llevan a encontrarme con un documento oficial del ICFES titulado: PIRLS 201. Estudio Internacional del Progreso en Competencia Lectora donde puedo dar respuesta a algunas de estos interrogantes, además de comprender el porqué de los resultados obtenidos por nuestro país.
En uno de los apartados del documento se indica que “los niños y niñas desarrollan la competencia lectora a través de diversas actividades y experiencias en diferentes contextos”. Sin embargo, nuestras instituciones educativas permanecen en el modelo del siglo XVIII y XIX, las familias de los chicos y chicas en reiterativas ocasiones no pueden apoyar su proceso de formación pues papá, mamá o los responsables de los chicos ni siquiera tuvieron la posibilidad de acceder a un ambiente escolar. ¿Porqué? Las razones son diversas: desde el conflicto armado que trae consigo desigualdades sociales, culturales y económicas, hasta los presupuestos sentados en una cultura donde el acceso a la educación era privilegio de los hombres con cierta condición social.
Así mismo, en el documento oficial al momento de referirse al contexto escolar, indica que “De acuerdo con las exigencias del mundo actual, se considera que cuando los niños llegan a cuarto grado de primaria (tienen de 9 a 10 años) ya han adquirido habilidades básicas de lectura y están comenzando a leer materiales más complejos y con mayor independencia. Se estima que en esta etapa están pasando de “aprender a leer” a “leer para aprender”. Las instituciones educativas son el escenario donde se crean las condiciones para que los pequeños tengan las experiencias educativas que les permitan desarrollar su competencia lectora hasta alcanzar estos logros”. No obstante, yo que trabajo en diversos contextos de Medellín me encuentro con que los chicos y chicas a sus 9 años no están cursando siempre cuarto grado y mucho menos tienen fluidez al momento de enfrentarse a procesos lecto-escriturales, son mucho más orales y les cuesta la construcción coherente de textos.
A la pregunta «¿qué pasa en Colombia que los niños no pueden comprender de manera correcta un texto?» Me encuentro con una grata sorpresa, hemos sido “medidos” con otros chicos y chicas de contextos y países distantes al nuestro. Los más cercanos son Canadá, Estados Unidos, Honduras y Trinidad y Tobago. Y los demás países participantes están totalmente alejados del contexto latinoamericano: Alemania, Países Bajos, Escocia, Francia, Rumania, Ucrania, Israel, Hong Kong, Indonesia, entre otros, los cuales pueden consultarse en el documento del ICFES.
Pasa entonces que si medimos la comprensión lectora de los niños colombianos con otros provenientes de lugares distantes y contextos divergentes al nuestros, se debe tener en cuenta el contexto social de cada uno, lo cual implica el modelo de educación en el que se está inmerso. Por esto nuestros resultados fueron “humillantes”, pues fuimos sometidos a ciegas a un proceso donde prefiero pensar que de buena voluntad nuestros dirigentes no tenían idea de los posibles resultados.
Por otro lado, las instituciones participantes provenían de diversos lugares de Colombia un total de 32 del sistema educativo privado y 123 del sector oficial, a sabiendas de las carencias del Sistema Educativo Público. En el listado de Municipios participantes se observan diversidad de participantes en cuanto a la clasificación de urbano y rural, sin embargo Colombia posee más de un 40% de zona rural y es sabido que el ámbito campesino posee dificultades de acceso en comunicación, vías y por tanto en calidad de temas como el educativo.
Creo entonces como lo plantea el artículo de «El espectador» que ya va siendo hora de que se cambien los paradigmas a la hora de enseñar, pues los resultados, verdaderamente, dan lástima. Todo ello causa de una marcada desigualdad social y una falta de comprensión al momento de leer el contexto y decidir en qué lugares ser participes.
A modo de cierre quisiera dejar algunas ideas esbozadas:
Si bien es cierto que en Colombia, existen dificultades en cuanto a los procesos lecto-escriturales en el ámbito escolar, lo que debe hacerse en un llamado de atención a quienes llevan la batuta en la implementación del Sistema Educativo para realizar alianzas con otros estamentos sociales que permitan equilibrar las carencias de la población y promover procesos más equitativos.
En Colombia el tema de la lectura y la escritura no solo compete al ámbito escolarizado, tanto así que en el país se han comenzado a realizar diversas apuestas culturales en relación con procesos de animación y promoción a la lectura, entendiéndose estás actividades como prácticas socioculturales y sociopolíticas que permiten comprender, habitar e intervenir la realidad. Desde este ámbito pueden también tejerse acciones al asunto de la comprensión; pero no es competencia de los estamentos que realizan procesos de promoción y animación, sería mejor pensar en la posibilidad de enmarcar las actividades proyectos y programas en el ámbito de la educación lectora pero fuera del ámbito escolar.
- Si bien los medios de comunicación informan también cumplen la función contraria, por lo cual a todos y todas aquellas profesionales que hacen uso de la información, hago un llamado al buen uso de la información y a documentar sus escritos en fuentes que permitan comunicar ideas claras y acordes con la realidad.
- A pesar de lo humillante que puedan parecer los resultados obtenidos, en Colombia seguimos creyendo en el valor de la lectura y la escritura, y así continuaremos apostándole a la creación de seres humanos críticos conscientes de su realidad y capaces de cuestionar y comprender la su contexto. Trabajo que seguirá realizándose tanto desde el ámbito institucionalizado como desde otros sectores.