La biblioteca en la posmodernidad.

      9 comentarios en La biblioteca en la posmodernidad.

Desde las tablillas de arcilla en las cuevas subterráneas de Mesopotamia, hasta los libros encadenados en los monasterios medievales, o las inmensas bibliotecas surgidas en el Renacimiento; desde la aparición de Internet y la web 2.0 hasta la llegada de Google Play Books, los bienes más preciados del saber son resguardados en la proximidad.

Para la aristocracia, la acumulación de códices fue un símbolo de poder y distinción similar al territorial. Para los reyes se trataba de un signo de poder: una manera fácil de perpetuarse, por medio del acumulado bibliográfico.

Sin embargo, para algunos escritores posmodernos el asunto es mucho más fácil: todo parece indicar que la biblioteca se trata de un mueble delante del cual se deben tomar selfies. Acaso para dejar claro que lo importante no es la acumulación del saber sino el hecho de estar parados allí, frente al conocimiento.

A continuación repasaremos algunas connotaciones de la biblioteca en la posmodernidad.

Biblioteca como metáfora

Durante las últimas décadas, es muy probable que el término biblioteca se haya utilizado más como almacén de metáforas para pensar el mundo o el universo–como Borges en La biblioteca de Babel– que un término relacionado con la consulta de libros.

Y sí, lo citaremos nuevamente.

«El universo (que otros llaman la Biblioteca) se compone de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías hexagonales, con vastos pozos de ventilación en el medio, cercados por barandas bajísimas. Desde cualquier hexágono se ven los pisos inferiores y superiores: interminablemente. La distribución de las galerías es invariable».

Más como concepto que como institución. Semiológicamente, ha sido –sigue siendo y será– un término con una amplia gama de connotaciones.

Biblioteca como mueble o almacén de textos sospechosos

En nuestros días abunda el sujeto pseudo culto que presume de la magnitud de su biblioteca pero que en realidad sólo se dedica a guardar libros que nunca ha leído, porque acumular objetos desconocidos en un estante es uno de sus hobbies.

También estamos en la época de los libros sospechosos. Hay quienes critican los textos y todos los metarrelatos (sistemas o grandes historias).

Los posmodernos afirman que los textos ?históricos, literarios o de otro tipo? reflejan los prejuicios y la cultura particular del escritor, y no tiene ninguna autoridad para expresar «lo que pasó en realidad», ya que no existe ningún fundamento universal para la verdad.

Los peligros de la posmodernidad

La historia de las bibliotecas también parece ser la historia de la destrucción de la cultura: confiscaciones, saqueos, quemas y destrucciones producto de fanatismos religiosos o políticos.

Este es el caso de la Biblioteca de Alejandría destruída en el incendio que devastó la ciudad durante el asedio del César, o la Biblioteca de Bagdag, quemada durante la invasión de Irak por parte de los tropas estadounidenses y británicas en 2003.

También hay que recordar las famosas listas negras de las dictaduras, que hicieron que muchos escritores vivieran en el exilio y terminaran vendiendo o quemando su biblioteca.

Pero hoy en día las bibliotecas corren otro tipo de peligros.

En ocasiones, estos recintos del conocimiento no están a salvo de las peleas conyugales. Si la eventualidad amenaza la estancia permanente en una casa, lo primero que hay que hacer antes de que un conflicto concluya en desalojo es mudar los libros. Luego, todo lo demás.

O peor aún,  los exilios ¿Qué pasa con la biblioteca personal cuando uno debe salir de su país obligado por una situación? Parece que la solución es el libro electrónico o el eBook. Sin embargo, algunos románticos dirán que no pueden anteponer el hecho del contacto con el libro en físico o son incapaces de romper la conexión mística con el libro-objeto.

Las bibliotecas líquidas

Pero el peligro más inminente de estos tiempos, es que se habla de bibliotecas vacías de contenido o significación. La idea de la posmodernidad nos remite al consumo masivo, a la producción exponencial de libros y a la conformación de un individuo hedonista sometido y acosado por millones de palabras, información y datos.

Siguiendo las ideas de Walter Benjamin, las bibliotecas están perdiendo su aura de recintos del saber. En este universo tecnológico de millones de datos y palabras, el libro se diluye, se consume y se desecha.

Las grandes bibliotecas físicas que se construyeron a través de décadas son apenas nada en el mundo de la información del consumo masivo y hedonista. Este es un tema complejo, que debe estudiarse con más detenimiento y al cual volveremos en otra entrega.

 

 

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9 comentarios en “La biblioteca en la posmodernidad.

  1. Hiperterminal

    Hola Cleyra. ¡Qué gusto leerte!

    Me gustó mucho esto: «Para la aristocracia, la acumulación de códices fue un símbolo de poder y distinción similar al territorial. Para los reyes se trataba de un signo de poder: una manera fácil de perpetuarse, por medio del acumulado bibliográfico.». Creo que el poder que te dan las bibliotecas es su relación con la diversidad de ideas que puedes asimilar. Es la capacidad de desarrollar una visión cosmopolita, como diría Kwame Anthony Appiah

    Sobre tu idea tipo Walter Benjamin y «las bibliotecas están perdiendo su aura de recintos del saber». Esta es una idea muy poderosa y la pregunta sería ¿Debemos tratar de mantener el aura de saber en las bibliotecas? Si se está perdiendo ¿cuál es el aura que deberían conservar?

    ¡Saludos desde Bogotá!

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    1. Cleyra Uzcategui Autor del post

      Hola, David. Gracias por leerme y por comentar. Siempre es un placer conocer tu opinión.

      Definitivamente la información nos da poder y es una idea que nos ha acompañado desde tiempos inmemoriales. Sobre la frase “las bibliotecas están perdiendo su aura de recintos del saber” y tu pregunta ¿Debemos tratar de mantener el aura de saber en las bibliotecas? la respuesta es sí. Cuando pienso en el libro electrónico y en todos los avances tecnológicos en la industria editorial pienso en cómo se acentúa la importancia de las bibliotecas físicas como recintos del saber y como soporte tangible del conocimiento. Creo que el debate no debe girar en cómo conservar el aura de las bibliotecas sino en cómo ha evolucionado la biblioteca como concepto y como institución en la posmodernidad. Al final del día, lo trascendental es garantizar la permanencia, acumulación y recuperación del conocimiento.

      ¡Saludos desde Escocia!

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  2. Helly Alberto Angel

    Soberbio articulo! Muy completo y esclarecedor, felicito al Blog por tan buenas secciones, la información de primera! Gracias

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  3. Juan Ignacio Franco

    Hola Cleyra; ¡muy buen artículo! He buscado notas sobre las bibliotecas en la era posmoderna pero el material es escaso; supongo que se debe a que aún estamos atravesando dicho período y por lo cual las conclusiones no son más que relativas. Coincido con lo que decís en referencia a que para los reyes, la acumulación de códices se trataba de un signo de poder para perpetuarse en su status. Incluso hace que uno reflexione hasta qué punto el libro impreso puede cambiar los paradigmas de una época, que la burguesía (para disputarle el poder a la nobleza), se valió del mundo impreso para autopromocionarse en el pedido de libertades económicas y terminar así con el estado absoluto que limitaba sus ingresos. Cómo la imprenta de Gutemberg abarató los costos para la divulgación de dichas ideas que más tarde desembocaron en la Revolución Francesa, por ejemplo, que generó un cambio de valores que parecían eternos.
    Creo que para entender este fenómeno del posmodernismo, primero hay que ver qué pasó durante la era moderna; simple: comienza la caída de las grandes ideas utópicas del siglo XX (fascismo, nazismo, comunismo, liberalismo, etc) que no respondían a las necesidades de los individuos. Comienza a surgir la tendencia del “me las tengo que arreglar por mi cuenta”, a eso se le agrega la falta de liderazgo y el cuestionamiento a las instituciones.
    Hay un artículo de Gilles Lipovetsky, llamado “¿Hay que quemar los medios de comunicación?”, en el que describe al individuo posmodernista con una serie de características propias de la época en lo referente a la cultura. La gente ya no compra lectura crítica, sino que prefiere disfrutar de una mayor felicidad en poco tiempo; el ego busca sufrir menos y busca resolver sin esfuerzo ni disciplina sus problemas. Los libros no son para pensar sino para facilitar las cosas.
    Esta es una época de confusión de valores y de ansiedad, el vacío luego de la satisfacción de bienes materiales. Se ha impuesto como norma el vivir acá y ahora.
    Estoy de acuerdo con lo que decís en referencia a que es un tema complejo el cual debe estudiarse con más detenimiento, ya que justamente debido al crecimiento exponencial de la información y la democratización al acceso a internet durante las últimas décadas, generaron al individuo hedonista.
    Un cálido abrazo desde la fría Buenos Aires.

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    1. Cleyra Uzcategui Autor del post

      Hola Juan Ignacio. Gracias por detenerte a leer mi artículo y por comentar.

      De acuerdo contigo cuando dices que para entender el posmodernismo hay que ver qué pasó durante la era moderna, cuando la Iglesia dejó de ser el centro del mundo y el hombre pasó a ser el centro de todas las cosas. Sin dudas, creo que allí está el germen del hombre yoísta y hedonista de nuestros tiempos. También concuerdo contigo en que estamos en una época de confusión de valores y ansiedad, no estamos dispuesto a leer más de 140 caracteres pero si estamos dispuestos a atiborrar nuestras redes sociales con millones de imágenes vacías de significación. Las bibliotecas personales son inmensos animales de compañía que sirven para tomarnos selfies y los dispositivos móviles son casi una prolongación física de nuestro capacidad corporal comunicativa. También la cultura en nuestros tiempos genera ansiedad. Una terrible ansiedad de saber que leemos un libro pero quedan millones sin ser leídos en ese mismo instante. Todo pasa muy rápido. No hay tiempo para digerir tantos datos y tanta información. Solo espero que la biblioteca «sepa leer» este sujeto hedonista y sea capaz de reinvertarse para ofrecer nuevos servicios acordes a la realidad, y sobre todo, sepa cómo PERMANECER.

      Un abrazo de vuelta para ti, desde Escocia.

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      1. Hiperterminal

        Hola.
        De hecho creería que no sólo no estamos dispuestos a leer más de 140 caracteres, sino que sólo nos limitamos a imágenes e infografías. ¿Se atrofiará nuestra capacidad de pensamiento profundo con estas dinámicas?

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        1. Cleyra Uzcategui Autor del post

          Hola David, no sería capaz de decir que se atrofiaría nuestra capacidad de pensamiento profundo porque no creo en el concepto de «embrutecimiento». Pero si creo que consumimos información de manera muy distinta hoy en día. La brevedad y la imagen, como bien lo señalas, es la dinámica preferida para comunicar porque no tenemos tiempo y el volumen de palabras y datos en la red es abrumador. Si creo que el modelo educativo debe evolucionar e incorporar los beneficios de lo virtual aunado a lo teórico tradicional. También como profesionales de la información debemos escuchar y observar para saber qué esperan las comunidades de las bibliotecas y centros de enseñanzas en el futuro, no muy lejano.

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          1. Hiperterminal

            Hola Cleyra.
            Bueno, es cierto. Creo que «atrofiarse» no es un buen concepto, pero si considero que la gama de conceptos que se pueden expresar con palabras es mucho mayor de lo que se pueda expresar con imágenes. Podría hacerse un experimento: Piensa en una imagen que pueda describir las siguientes palabras: Dolor, nostalgia, desesperanza, escepticismo, pusilanimidad, desasosiego.
            ¿Hay una imagen para estos matices?
            Tu publicación me ha hecho reflexionar bastante. Gracias por compartirla 😉

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