Hace algunos meses, el alcalde de Miami-Dade, Carlos Giménez, anunció que el presupuesto del condado no iba a permitir que el sistema de las bibliotecas permaneciera abierto a capacidad completa. Dijo que casi la mitad de las bibliotecas iban a cerrar sus puertas permanentemente. Aún peor, la mayoría de las bibliotecas seleccionadas para la clausura iban a estar ubicadas en partes del condado con los niveles más altos de pobreza y más bajos en acceso a Internet y recursos informáticos. Las noticias causaron un grito ciudadano contra la clausura masiva de bibliotecas y los residentes del condado empezaron a protestar. Residentes locales y personas interesadas asistieron a las reuniones abiertas del alcalde y la comisión del condado, para luchar por sus derechos del acceso a la información y a los innumerables recursos que sólo las bibliotecas pueden ofrecer. Poco a poco, recibimos noticias a través de la oficina del alcalde de que el número de bibliotecas que iban a cerrar era cada vez menor. La última noticia ahora es que ninguna de las bibliotecas en Miami-Dade va a cerrar sus puertas. Para los usuarios de las bibliotecas es una buena y invitada noticia.
Pero la lucha no termina ahí porque todavía tenemos que pagar un precio muy alto por tener todas las bibliotecas en operación. El plan del alcalde todavía incluye la despedida de casi un tercio de los bibliotecarios profesionales del sistema para supuestamente mantener las bibliotecas abiertas. Sabemos ya que las bibliotecas son muy importantes para una sociedad abierta e inclusiva y los residentes que lucharon contra la clausura lo sabían muy bien pues debido a ellos las bibliotecas no van a cerrar. Ahora tenemos una pregunta diferente: ¿cuál es el valor del bibliotecólogo? ¿Podríamos tener una biblioteca verdadera sin los bibliotecarios profesionales, quienes cuentan con la educación, capacitación y la formación integral para poder brindar un servicio único? El reto para salvar los puestos de trabajo de tiempo completo de los bibliotecarios que muy pronto los perderían no se puede dejar en el olvido. Una biblioteca sin bibliotecarios no es una biblioteca, es un edificio que finge ser algo que no es. No es justo negar los bibliotecarios a los usuarios, quienes dependen y confían en sus amigos bibliotecarios para darles la apertura a la información, al conocimiento, y en cambio para un futuro mejor. Por eso surgió la idea de una biblioteca integral, que es una biblioteca que sirve como un centro de intercambio de ideas, conocimientos, y sumamente importante, que tiene el personal calificado para que esta confluencia de actividad sea fructífera y que tenga una vida fuera de las paredes de la biblioteca.
Si aceptamos el hecho que una biblioteca no consiste solamente de ladrillos y mortero, para qué estamos nosotros, los bibliotecarios y ciudadanos, luchando exactamente? ¿Qué lugar tiene la biblioteca integral en la sociedad? Al intentar responder esta pregunta, para mí ha sido interesante leer los reportes y las declaraciones sobre la importancia de las bibliotecas en las sociedades en desarrollo. Propongo que las mismas ideas y declaraciones son válidas para las bibliotecas en todo el mundo, sin importar si un país es «desarrollado» o «en desarrollo.» Los principales contenidos en estos documentos son universales y nunca se puede olvidar la necesidad de las bibliotecas integrales en todo el mundo. Además, se puede aplicar los mismos principios en el caso de las bibliotecas de Miami-Dade.
Para dar algunos ejemplos, la organización de IFLA se reunió este agosto en Singapur y según su reporte de «Declaración de IFLA sobre las bibliotecas y el desarrollo» asegura que «la biblioteca es el único lugar en muchas comunidades en el que las personas pueden acceder a información que les ayudará a mejorar su formación, desarrollar nuevas habilidades, encontrar trabajos, poner en marcha empresas, tomar decisiones informadas en materia de agricultura y salud o entender qué está ocurriendo en cuestiones medioambientales.» Es como decir que en este sentido, las bibliotecas integrales no son necesarias tan solo para los países con cifras específicas de desarrollo si no son para todo el mundo. Las necesidades básicas para los seres humanos son constantes en todas partes del mundo. En mi país es muy fácil para muchas personas decir que todo el mundo aquí tiene acceso a Internet y a la información desde la casa. Esto simplemente es falso. Solo el 70% de la población de los EEUU tiene acceso a Internet desde la casa, y dentro de este porcentaje las minorías están afectadas desproporcionadamente por la falta de conectividad. Dado que la biblioteca es el lugar más común para conectarse al internet en los EEUU, la estadística significa que el 30% de la población entera de los EEUU no puede acceder a la información electrónica sin la ayuda de la biblioteca y el bibliotecario. En un país con una población de alrededor de 275 millones de habitantes, 30% representa una figura de 83 millones de personas. El caso del condado Miami-Dade representa una triste realidad, que las bibliotecas integrales están en grave peligro, porque no se toman en cuenta el gran número de personas que dependen en los servicios y recursos que ofrecen las bibliotecas y los bibliotecarios para mejorar y enriquecer las vidas de sus usuarios.
La otra pieza que no debe faltar de una biblioteca integral es el bibliotecario. La IFLA dice claramente en el mismo reporte anteriormente referido que «los profesionales de la biblioteca son intermediarios de confianza, formados y dedicados a proporcionar la información que las personas necesitan. Los bibliotecarios ofrecen la formación y el apoyo en las competencias de información que las personas necesitan para poder participar en la sociedad de la información. También son guardianes culturales que conservan y proporcionan acceso al patrimonio cultural y apoyan el desarrollo de la identidad.» El plan que tiene el alcalde Giménez para «rescatar» las bibliotecas de clausura no incluye a los bibliotecarios. A primera vista para muchas personas, parece que se han rescatado las bibliotecas del abismo, pero solamente se han rescatado la biblioteca de ladrillo y mortero, y la biblioteca integral sigue en peligro de perderse. Somos parte de un mundo que jamás ha sido tan hiperconectado y globalizado y esto significa que la supervivencia y desarrollo continuo de la biblioteca integral es un esfuerzo mundial. Espero que la conversación acerca de la idea de una biblioteca integral siga en las redes sociales, los lugares públicos, y con los políticos que elegimos para proteger y luchar para nuestros intereses.
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